Hacia la equidad de género
Gerardo Zamora B. /CAMPUSgzamorab@una.cr
El objetivo del estudio fue analizar, desde una perspectiva de género, la posición y las condiciones sociolaborales de los funcionarios de la UNA, para determinar si existen brechas de inequidad que limiten el pleno desarrollo de mujeres y hombres, así como sugerir acciones correctivas.
El diagnóstico confirmó la tendencia de que hombres y mujeres se ubiquen en ocupaciones que se consideran masculinas y femeninas, la llamada segregación horizontal: “dentro de los académicos, ellos se concentran en las facultades de Ciencias Exactas y Naturales, Tierra y Mar y Ciencias Sociales, mientras que ellas en Educación, Filosofía y Letras, y Artes. En el sector administrativo, los hombres aparecen mucho como choferes, guardas, y las mujeres como secretarias”, afirmó Doris Fernández, coautora del estudio.
La variable “antigüedad” también fue medida en la investigación, que recoge datos hasta el año 2005: “es interesante, los hombres se quedan y las mujeres se van; apenas ellas cumplen sus años de servicio o cuotas para pensionarse, ¡quieren salir corriendo!, el desgaste de la doble jornada, tareas laborales y del hogar, las impulsa a tomar esa decisión. Mientras tanto, los hombres que ya han cumplido sus años de servicio para jubilarse, en un porcentaje muy importante, se mantienen trabajando: al 2005, 113 hombres con más de 25 años de servicio, por 68 mujeres. Desde la perspectiva de género es comprensible, pues para los hombres, el trabajo tiene un peso muy importante en la construcción de su identidad”, añade Fernández.
Finalmente, un revelador hallazgo del estudio tiene que ver con la categoría académica: “a medida que se asciende, se amplía la brecha; por ejemplo al 2005, en la categoría Profesor II, había 44 mujeres, por 80 hombres, y 15 mujeres catedráticas por 49 hombres”, explica Paula Sequeira, coautora del diagnóstico.