Por un ambiente familiar sin violencia
Madres y padres cuyos hijos asisten a locales CEN-Cinai en comunidades de atención prioritaria aprendieron cómo procurar un ambiente familiar sin violencia para sus niños, gracias a un proceso de educación parental, impulsado por el proyecto Orientando familias del Cide. Silvia Monturiol F. /CAMPUS
smonturi@una.cr
Las madres participantes en las sesiones de prácticas de parentaje reflexionaban en torno a sus propias situaciones familiares, a través de diversas dinámicas de grupo. |
Realizado con el respaldo del Fondo Internacional de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés) y del Ministerio de Salud, el proceso de capacitación incluyó facilitadores de oficinas locales de CEN-Cinai ubicadas en las siguientes comunidades de atención prioritaria, caracterizadas por la vulnerabilidad y la pobreza: Peñas Blancas, Sierpe, Santa Cruz de Buenos Aires (Puntarenas), San Miguel (Santo Domingo, Heredia), Guadalupe, Abangaritos (Puntarenas), Los Sitios (Moravia), Curridabat, Moracia (Nicoya), Santa Cruz (Guanacaste), Orosi (Paraíso, Cartago), San Rafael (Turrialba), Siquirres (Limón), Pococí (Limón), Jicaral (Puntarenas) y Sarapiquí (Heredia).
Durante las sesiones de capacitación, realizadas en el Cide, se trabajaron diferentes aspectos que influyen en la dinámica familiar, tales como la comunicación, el ciclo vital familiar con sus tareas y crisis, así como los diferentes modelos de crianza utilizados por los progenitores, cercanía o distancia entre los miembros e importancia del afecto.
La capacitación se diseñó con base en la metodología sistémica, que concibe a la familia como un sistema de interacciones donde lo que un miembro hace o deja de hacer afecta al resto, informó la orientadora Ana Lucía Villalobos, quien junto a Cecilia Villarreal y Ruth Villanueva conforman el equipo del proyecto Orientando familias de la DET.
Es así como las facilitadores participantes —profesionales en psicología, docencia, terapia del lenguaje y nutrición— tuvieron la vivencia del enfoque sistémico, al punto de reflexionar sobre sus propias familias y sensibilizarse con respecto a las familias que atienden en los CEN-Cinai.
Parentaje respetuoso
“Aprendí que aunque yo sea sola, soy una familia con mis hijos”, dijo Teresita Mora, jefa de hogar, cuyos niños reciben alimentos y educación en el CEN-Cinai de Sarapiquí, al igual que cientos de menores a lo largo del país. |
Los resultados en beneficio de las familias participantes y, en particular, de los menores no se hicieron esperar. “Hay una mamá que trataba mal a sus chiquitos y habíamos hablado con ella pero no había cambios; sin embargo, no ha faltado a las sesiones y ya hemos visto cambios en sus reacciones con los chiquitos, ya no les grita cuando riegan el fresco”, contó una funcionaria de un CEN-Cinai.
Para las orientadoras de la DET, los resultados ponen en evidencia que un trabajo práctico, donde madres y padres de familia elaboren sobre su propia realidad, tiene mayor efecto para mejorar conductas que el simple discurso sobre cómo mejorar las prácticas en el trato con los niños.
Y las propias madres participantes lo confirmaron al compartir sus vivencias. Las sesiones, tan esperadas, no solo se convirtieron en un lugar donde podían “soltar” toda esa carga emocional que cae sobre ellas en el seno de sus hogares, sino que les permitieron reconocer que habían estado “dormidas” como mamás. Aprendieron que a veces no se trata de lo que le digan a sus hijos, sino de cómo lo hagan, ya que dependiendo de cómo se digan las cosas, se les puede lastimar.
Además, comprendieron que “hay momentos en que se debe escuchar”. Y, sobre todo, se dieron cuenta que nunca es tarde para “despertar” y así contribuir a la armonía de ese sistema vital, que es su propia familia.
No por casualidad, las facilitadoras de los CEN-Cinai involucrados consideran que contar con padres más educados para el ejercicio de su rol parental redunda en que los niños sean tratados y educados de la mejor manera, sin violencia y con respeto.
Este ambiente familiar saludable, adecuado para el desarrollo integral de los niños, es el que se propició mediante este proceso de educación en prácticas de parentaje, con el que se beneficiaron 401 niños menores de 12 años.