Adultos mayores y desigualdades en Costa Rica: Urgencias y desafíos

Guillermo Acuña González (*) / para CAMPUS
guillermo.acuna.gonzalez@una.cr



La población de 50 y mas demanda una serie de requerimientos y aspiraciones en materia social, emocional e institucional.

En un texto sociológico de lectura obligatoria para la comprensión de las bases de la construcción social de la desigualdad en Costa Rica (Igualiticos: la construcción social de la desigualdad en Costa Rica. PNUD-FLACSO Costa Rica. 2010) Carlos Sojo Obando indicaba que la afectación en las desigualdades sociales no solo debía ser relacionada a factores de género, étnicos y económicos, sino que también estaba en estrecha relación con dinámicas donde la edad interviene como elemento importante en la producción de discriminaciones basadas en prácticas socioculturales, instaladas desde hace mucho tiempo en nuestra sociedad.

Recordaba Sojo la existencia de una relación directa entre reconocimiento social y aporte al sistema económico. Es decir, en condiciones de "no productividad", son altos los niveles de exclusión e invisibilidad a los que se exponen algunas poblaciones, como le sucede a las personas adultas mayores, o "los que ya jugaron", cómo lo mencionaba en estilo coloquial, en franca alusión al término de una vida productiva afín a los objetivos del sistema económico imperante. Hoy más que nunca se vuelve preciso dimensionar la forma en que las generaciones se interrelacionan y se reconocen como diversas, en el marco de una construcción dominante de normatividades y prejuicios que ganan poco a poco terreno en países como Costa Rica.

El tema ha sido abordado hasta hace relativamente pocos años, quizá por el hecho que no se prestara suficiente atención a la forma en cómo la pirámide poblacional costarricense había venido experimentando su ensanchamiento en la parte de la cúspide, dibujando una situación de envejecimiento paulatino en el conjunto de la sociedad costarricense.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el último censo de población realizado en el año 2011 confirmó ese proceso de envejecimiento en la estructura poblacional costarricense al indicar que las personas de 65 años y más habían alcanzado un 7.3%, cuando en el año 2000 ese porcentaje había sido de 5.6% .

Frente a esa realidad poblacional, el país realizó ajustes en su desarrollo institucional, al promulgar la Ley Integral para la Persona adulta Mayor en el año 1999 y crear el Consejo Nacional de la Persona Adulta Mayor (Conapam), ente rector de las políticas en materia de envejecimiento y vejez.

Como es posible observar, el desarrollo institucional ha sido reciente y los retos para la atención de las necesidades y particularidades de la población adulta mayor en Costa Rica, crecen.

Diversas formas de desigualdad y exclusión

Son claras las distintas formas en las que opera la desigualdad y la exclusión, como la planteaba Sojo. Algunos de éstos aspectos han quedado evidentes en un reciente trabajo de consulta a la opinión publica realizado por el Programa Hacia Una Nueva Cultura en Población Adulta Mayor, del Instituto de Estudios Sociales en Población (Idespo).

El estudio, realizado en los primeros meses del año en curso, arrojó algunos resultados interesantes en materia de percepción de la inclusión de la propia población adulta en las agendas públicas, así como la situación económica que experimentan.

En el primer caso, es importante reconocer que pese a que un buen porcentaje de la población de 50 años y más consultada en el marco del estudio, muestra un buen nivel educativo (36% dijo contar con estudios universitarios), la misma población manifiesta sentirse poco integrada en espacios de decisiones públicas (72.8%).

La reflexión en este sentido debe motivar a los distintos actores vinculados con los procesos de toma de decisiones y definición de políticas públicas, a preguntarse por el acceso real e igualitario de las personas adultas mayores en tales espacios. La construcción de ciudadanía pasa por definir mecanismos claros de participación e involucramiento y mientras eso no suceda, los procesos de desigualdad en el país se seguirán reproduciendo.

Por otra parte, un 67.6% de las personas adultas mayores consultadas indicó sentirse poco o nada respetada. En una sociedad que se acerca paulatinamente a su envejecimiento mayoritario, las formas de reconocimiento del otro en razón de su edad parecen no estar claras y posibilitan así procesos tensionados de convivencia y respeto.

En materia económica, la situación parece no ser la más feliz para ésta población. Cerca de la mitad de las personas de 50 años y más indicaron recibir menos de 200.000 colones por concepto de pensiones y otro tanto porcentual indicó ayudar a otros familiares con el dinero que recibe mensualmente. Es este uno de los factores que provoca procesos de desigualdad que deben ser atendidos convenientemente, antes que la situación sea inmanejable desde el punto de vista social e institucional.

La consulta realizada por IDESPO detalló, además, otros aspectos relacionados con situaciones de maltrato, cuido y estado de salud que experimenta la población adulta mayor costarricense en la actualidad.

Resalta también el hecho de que se trata de personas con evidentes requerimientos en materia de salud integral (dijeron realizar poco ejercicio físico y experimentar males crónicos como hipertensión y trastornos digestivos) y pese a que necesitan cuidos particulares, también desempeñan labores de cuidadores a otros familiares y personas conocidas.

Contrario a la creencia popular de que los que en el sentido coloquial y parafraseando a Sojo "ya jugaron" están en actitudes pasivas puertas adentro en sus hogares o en sitios dedicados a su cuido y atención, se trata evidentemente de una población con una serie de requerimientos y aspiraciones en materia social, emocional e institucional. No es posible continuar estableciendo actitudes de segregación y desigualdad para este grupo poblacional, ni en las prácticas ni en los discursos, porque se trata ni más de ni menos del futuro del que tanto nos hablaban nuestras propias personas adultas mayores. El futuro nos alcanzó y debemos actuar en consecuencia para construir sociedades donde la convivencia entre todos y todas sea la consigna.

(*) Director IDESPO-UNA

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    Diciembre 2016 - Año XXVI # 282

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