Miradas a los premios Óscar

La exposición más amplia y destacada de buen cine del año

Gabriel González-Vega (*) / para CAMPUS
gabriel.gonzalez.vega@una.cr

Podemos asistir al cine, esa salida tradicional tan apreciada o verlo en cualquier pantalla, pues ahora son ubicuas para aprender; para ampliar y profundizar en nuestro mundo, asomándonos al de los vecinos (La vida de los otros, sí), o quizá para escapar de éste mediante la fantasía, lo cual está bien si somos capaces, en algún momento, de conectar ambos; de cosechar las lecciones. A fin de cuentas, todo lo que conocemos y comprendemos debiera contribuir a formarnos; debiera ayudarnos a saber vivir.

Cada nueva entrega del Óscar nos depara la exposición más amplia y destacada de buen cine del año precedente, pese a tantas películas valiosas que por A o por B no entran en lo que es en principio la premiación de la academia de cine estadounidense (como lo hacen las de tantos otros países), convertida en espectáculo planetario por su hegemonía histórica y asiento en la potencia mundial aún vigente (pese a la decadencia y nuevo rumbo suicida de su populismo nacionalista y autoritario, el que justamente denuncian y combaten los artistas, en particular, las figuras del cine).

Y si bien es cierto que la correntada de filmes, despectivamente llamados comerciales, que domina las pantallas durante el año es en su mayoría hollywoodense, no son esos los nominados, sino obras fuera de serie que realmente merecen atención. Algo que con frecuencia obvian los que con ligereza despotrican contra la premiación. De hecho, la votación de miles de miembros de la academia es más confiable que la de pequeños jurados puestos a dedo en muchos festivales, como me consta por haber recorrido durante décadas eventos de esa índole, incluido nuestro país.

La competencia entre un filme no solo convencional sino a medio camino entre el plagio y el homenaje, como La, La, Land, y la audaz, original y hermosa, Moonlight (Luz de luna) pese a la tristeza que la envuelve se resolvió a favor de ésta y su novedosa historia de vida. La ganadora cuenta tres etapas en la sobrevivencia de un joven negro pobre de Liberty City en Miami ¡vaya nombre paradójico!, víctima de abuso familiar y acoso escolar, recluido en una soledad hermética no importa si él primero es débil y luego fuerte a la que solo se asoma el afecto homoerótico de un compañero, con un doble final maravilloso, ungido de libertad, lleno de cariño y abierto a una misteriosa belleza. Lo importante es que alguien nos ame, que nos sirva de espejo, no importa quién ni cómo, diría mi apreciada sicóloga Karen Horney. La también llamada Ciudad de las estrellas (La...), bien hecha formalmente (premios a la Mejor Fotografía, Diseño de Producción, Canción), eleva el sueño (¿ilusorio?) de fama y riqueza a un pedestal supremo. Es un canto de cisne al egoísmo, donde se sacrifica el amor de pareja (por cierto, poco convincente) por un éxito tan superficial como el filme mismo. Es el único de los nominados que no me convenció, a más de aburrirme (disgusto frecuente entre críticos de cine).

En general coincidí con los premios, incluidos los de los dos intérpretes de reparto, ambos negros y él musulmán ¡bien por la diversidad! La formidable Viola Davies (La duda) por la intensa Cercas (Fences) y Mahershala Ali (un narcotraficante no estereotipado) por la sorprendente Luz de luna. Mas si bien valoro los trabajos de los protagónicos, no los habría premiado sobre otros candidatos. Obviando que la fabulosa Meryl Streep siempre es perfecta... (ahora como Florence Foster Jenkins, en un filme atractivo pero ligero), Emma Stone es agradable y correcta en la polémica La, La, Land, junto a un insípido Ryan Gosling (tan bueno en cambio en el neo noir Drive). Mas el suyo es un trabajo facilón envuelto en el despliegue de las coloridas coreografías (espectaculares pero banales; no como las de la cautivadora Chicago y menos como las de la genial All That Jazz). Y vale decir, me sorprendió esa falta de garra y hondura en el director Damien Chazelle quien si la había mostrado el año anterior en la sobrecogedora Whiplash. Su premio pienso que obedece más a la parafernalia que arma, que a un talento creativo y atrevido como el de Denis Villeneuve en la provocadora La llegada (Arrival, Mejor Edición de sonido), una creación más importante, un reto intelectual, reflexión filosófica que va más allá (como Contacto) de simpáticas series populares como Star Trek y Star Wars, aunque no alcance las complejidades brillantes de las que es capaz un Christopher Nolan, sino que es discreta y minimalista, lo cual no es defecto.

Además de Moonlight, seis de los principales filmes exploran los retos de familias en crisis, de distintas maneras todas sugestivas. En Camino a casa (Lion) y Jackie (un trabajo muy exigente para la versátil Natalie Portman), el tono es optimista y luminoso, describiendo las terribles situaciones por las que pasan con un manto de optimismo y buen gusto (como en el cine agradable y popular de Steven Spielberg). En Elle, con una desafiante Isabelle Huppert que mereció el Óscar (como antes otra actriz francesa, Emmanuelle Riva, por la insoportable y genial Amour, que también lo perdió ante otra chica linda de moda, Jennifer Lawrence digo esto más allá de mi propio crush con la Lawrence ). Y en Manchester junto al mar (notable Casey Affleck, mas no el mejor), e incluso en Animales nocturnos, el tono es pesimista, macabro y deprimente, no obstante, su calidad y su relevancia. Hasta el último hombre es un híbrido interesante, merecedor de sus premios a Edición y Mezcla de sonido, un filme pacifista que se regodea en la violencia de la guerra; una insoportable y a la vez irresistible carnicería, como un El Bosco hiperrealista. Cercas (con un magistral Denzel Washington que mereció el Óscar ¡qué despliegue de talento y experiencia; qué trayectoria también! es una estupenda adaptación del teatro, certera y esmerada, con un final desconcertante y discutible. Y la impecable El cliente (The Salesman), del iraní Asghar Farhadi, la Mejor en Lengua Extranjera; en su sencillez genial, quizá la más lograda. Sobre las ricas ideas de estos filmes ahondaré en un próximo artículo: Familias, afectos y claves sociales: enseñanzas en los notables filmes del Óscar.

(*) Académico jubilado de Estudios Generales-UNA

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    Abril 2017 - Año XXVII # 285

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