Un cráter al tubo de ensayo

Lugareños claves en aplicación de Programa de vigilancia volcánica.

Tecnología de punta permite monitoreo en tiempo real.

Gerardo Zamora Bolaños / CAMPUS
gzamorab@una.cr

Ella va del microscopio a la pipeta. Suelta el tubo de ensayo para tomar unas pinzas. Es María Martínez, geoquímica del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica de la Universidad Nacional (Ovsicori-UNA). Sus análisis y los de sus colegas son decisivos en la vigilancia de nuestros volcanes, esos que todos los días captan la atención del país.

Bajo la lupa

Es casi monitorear a un paciente. Equipados con lo último en tecnología, los expertos del Ovsicori no pierden de vista a nuestros volcanes, en particular al Rincón de la Vieja, al Poás y al Turrialba. Es el Programa de Vigilancia Volcánica, compuesto por proyectos de monitoreo, como el de sismicidad volcánica, deformación cortical, monitoreo de fluidos, gases, lagos y fuentes termales, así como el monitoreo químico de rocas y cenizas.

"El trabajo nuestro de monitoreo implica una labor grupal, multidisciplinaria. El apoyo mutuo de los especialistas de Ovsicori es fundamental: la información que vulcanólogos y sismólogos, especialistas en geoquímica, geodesia y sismología volcánica recaben en cada volcán es complementaria, y entre más datos se integren, pues habrá una mejor interpretación del proceso volcánico, ya sea que éste evolucione hacia una disminución de la actividad o bien hacia un aumento de la misma", explica Martínez.

Incluso, el sentido de colectividad llega a tal extremo que las alertas emitidas por las comunidades aledañas a un volcán son vitales, pues el anuncio que un vecino o autoridad haga sobre posible actividad volcánica facilita la elaboración de un reporte oficial por parte de Ovsicori: la interpretación de señales sísmicas, datos GPS, así como el monitoreo de fluidos volcánicos y cámaras web, permitirán de inmediato afinar lo que será la información oficial que se hará llegar a las autoridades correspondientes y a los medios de prensa.

Síntomas volcánicos

¿Puede desplazarse la superficie de un volcán? ¿Existe sismicidad volcánica imperceptible para el ser humano? ¿Qué importancia tienen estas señales para un científico de Ovsicori? A modo de "síntomas", estos procesos naturales son significativos para los especialistas, pues permiten interpretar con precisión lo que ocurre bajo tierra, y comprender así lo que sucede o bien ocurrirá frente a nuestros ojos.

"Las estaciones de GPS instaladas en las faldas del Turrialba, por ejemplo, nos ayudan a medir la deformación de la corteza, tanto su desplazamiento horizontal como vertical; así cuando hay ascenso de magma, el edificio volcánico tiende a inflarse, y cuando hay contracción en el conducto magmático, el edificio volcánico tiende a contraerse; es decir, los cambios superficiales nos ayudan a entender qué está pasando dentro del volcán", asegura Martínez.

Y si de señales se trata, los gases y partículas propios del ambiente cercano, tienen mucho que decir: "a punta de estaciones con muestreadores, logramos medir la composición de las sustancias emanadas por el volcán, ver la calidad del aire, y determinar posibles implicaciones para la salud humana, enfermedades respiratorias, por ejemplo, y sus efectos en la agricultura y la ganadería", enfatizó Martínez.

La "lectura" de un volcán es sin duda una tarea 24-7 para estos apasionados de la ciencia, que se la pasan entre el trabajo de botas y capa, y los análisis de laboratorio.

La cerámica tuvo la culpa

"Nací en Curubandé, Guanacaste, muy cerca del volcán Rincón de la Vieja. Recuerdo que de adolescente trabajé en una fábrica de cerámica y porcelana, y me fascinaba ver cómo se transformaban los materiales crudos en figuras y utensilios, adornos; me asombraba la metamorfosis de algo gris y suave a una pieza de artesanía extraordinaria, con colores y formas increíbles. Me maravillaba ver los vidriados y cristales que se usaban, y cómo eran transformados cuando se metían en los hornos a altas temperaturas. Tal era mi curiosidad, que revisaba los frascos de las pinturas para ver las composiciones, descubrir cómo el azul intenso se debía al cobalto o a ciertas sales. Siempre he creído que esa experiencia me marcó el camino hacia la química", cuenta María Martínez, experta del Ovsicori.

Hija de agricultores, confiesa que su vocación por la ciencia es una llama que está más encendida que nunca: "la naturaleza es lo mío, de chiquilla quería saber más de los astros, y tuve la oportunidad de crecer en un país como el nuestro, altamente sísmico y volcánico, eso lo valoro, tenemos cerca verdaderos laboratorios vivientes. Eso además supone un reto profesional para quienes trabajamos en Ovsicori, un desafío que a 25 años de haber llegado aquí está presente, aún estoy encantada con los volcanes, no hay manera de aburrirse, esto para mí no es un trabajo, es un gran privilegio, y espero, cuando me pensione, seguir aportando, mantener el espíritu alto".

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    Agosto 2017 - Año XXVII # 289

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