Niños de viento

Guillermo Acuña González (*) / para CAMPUS
guillermo.acuna.gonzalez@una.cr

El 2 de setiembre de 2015 el mundo observaba atónito las imágenes del niño Sirio Aylan Kurdi, ahogado en las costas turcas mientras intentaba llegar a Grecia junto a su familia, como parte del movimiento incesante de población de aquel país que aún en hoy continúa su éxodo huyendo del conflicto interno y la tensión socio política que ha golpeado a su población civil durante el último lustro.

Las principales víctimas de dichos conflictos terminan siendo personas no involucradas directamente como en el caso de Aylan y su familia, que tomaron la decisión de dejar su país natal como tabla de salvación. Lamentablemente no lo consiguieron.

En un texto directo y conmovedor, el poeta Sirio Firas Sulaiman retrata los escenarios del desarraigo a los que probablemente Aylan se enfrentó al salir de su casa una mañana cualquiera. Dice Firas en su texto titulado Libertad: "En medio de un extraño arrebato hablábamos acerca de la libertad, mi madre zurcía los calcetines de mi hermano menor de súbito la guerra estalló, todo se transfomó en escombros excepto los calcetines de mi hermano que quedaron colgando del tendedero como bandera".

En un contexto migratorio global marcado por la urgencia, la incertidumbre y las visiones elaboradas desde la seguridad y el control hacia las personas migrantes, la referencia a las movilidades de niños y niñas nos muestra, sin lugar a dudas, un drama que no debería estar ocurriendo. Son niños que se mueven, se desplazan en contra de su voluntad. Son niños y niñas de viento.

No muy lejos de nuestras comodidades y espacios confortables, en la propia región centroamericana y mientras usted lee estas reflexiones, cientos de niños y niñas de diversos contextos y realidades están iniciando un viaje migratorio enfrentados a la vulnerabilidad y el riesgo que representa el tránsito por territorio centroamericano, para tratar de cruzar la frontera entre México y Estados Unidos en búsqueda de un futuro mejor.

Son niños y niñas como Aylan, El Niño Sirio. Viajan agrupados en redes migratorias y por ello no es tan correcta la noción de niños migrantes no acompañados, que empezó a ser utilizada en medios y ciertos sectores académicos para diferenciar estos flujos migratorios de aquellos que se hacían con el grupo familiar, como parte de las dinámicas migratorias que se produjeron en la región luego de los procesos de transición a las democracias electorales de los años noventa.

Las migraciones son distintas, marcadas por causalidades y características complejas. Hoy el contexto es otro. La región experimenta una dinámica en la que coexiste la violencia estructural (modelos económicos expansivos y extractivos, desigualdades galopantes, inequidades construidas sobre la instalación de categorías raciales, sociales y culturales) y las micro violencias, basadas en el control territorial local y comunitario por diversos actores, la manifestación física y simbólica del poder en espacios como la familia y los centros educativos en contra de los cuerpos y las biografías de los niños y niñas y la expulsión de poblaciones de sus contextos inmediatos.

Al referenciar dichos procesos migratorios desde y entre mismos países de la región centroamericana, se deben señalar dos aspectos centrales, necesarios para entender el impacto de tales dinámicas.

En primer término, se trata de procesos novedosos, al interior de los cuales se perfilan actores migratorios "no habituales" por sus características, motivos e impactos.

Podría señalarse que estos movimientos migratorios se suman a otros actores que se movilizan por la región, como las migraciones forzadas de los grupos de las comunidades LGTBI y las personas migrantes que adquieren discapacidades en su tránsito migratorio por países como México. Otros perfiles migratorios recientes son las transmigraciones y los procesos producidos por variables ambientales en una región profundamente vulnerable en este sentido.

Provenientes de estados heteronormativos, normalizadores y adultocéntricos, de experiencias familiares y barriales fracturadas, institucionalidades caducas y de sistemas de protección débiles y desarticulados, los niños y niñas de países como Guatemala, Honduras y El Salvador ven en la migración la misma estrategia de sobrevivencia pensada por Aylan y su familia en el contexto europeo.

Si bien las narrativas sobre dicha migración ubican en aquellos países de la región los orígenes, no debe obviarse que durante la coyuntura en la que se elevó la presencia de niños y niñas centroamericanos en zonas de frontera entre México y Estados Unidos al promediar el año 2014 (en ese momento se identificaron cerca de 65.000 niños y niñas centroamericanos en territorios de frontera) fueron detectados 4 niños costarricenses. La temática en este sentido no nos puede ser ajena.

En segundo lugar, se debe hacer lectura de un sujeto en construcción, caracterizado por la interseccionalidad en sus características. Se trata de niños y niñas indígenas, afro descendientes, con alguna condición de discapacidad, niños y niñas de la comunidad LGTBI, urbanos y rurales. Esta lectura debería permitir hablar de una amplia gama de necesidades y requerimientos en los procesos migratorios de tales actores y sus impactos.

Durante el año 2013 fue estrenada la película Wich Way Home, dirigida y producida por Rebecca Cammisa, en la que se narra el viaje migratorio de un grupo de niños centroamericanos y mexicanos montados sobre el lomo de la bestia, el famoso tren de carga que ha servido de medio de transporte para cientos de miles de migrantes centroamericanos.

Interpelado sobre la posibilidad de cruzar la frontera entre México y Estados Unidos, Kevin, un niño hondureño indica: "está cabrón, pero vamos a pasar". Su proyecto y objetivo a lo largo del viaje es ese: cruzar la frontera. No lo logra, pero la película sugiere que lo intentara posteriormente al no "encajar" en su familia o en su comunidad de origen.

Hoy cientos de niños y niñas centroamericanas como Kevin intentarán cumplir su cometido: tratar de construirse como sujetos visibles y con derechos en un país distinto al suyo. Biografías como ésta interpelan una realidad social compleja y contradictoria que debe ser resuelta si la región no quisiera hipotecar su futuro para siempre.

(*) Académico UNA

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    Julio 2017 - Año XXVII # 288

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