Los cerrojos de Cercas y la ruptura de Neruda

Gabriel González-Vega (*) para CAMPUS
gabriel.gonzalez.vega@una.cr

Escribí (CAMPUS, abril 2017) que con todo y su enorme calidad, al final Cercas (Fences) sorprendió y decepcionó; incluso me pareció contradictorio con el título de la obra (premios Pulitzer, Tony). En esta estupenda adaptación teatral (del drama muy personal de Augusto Wilson), hecha con los mismos avezados intérpretes, Denzel Washington es un negro terco y amargado cuya vida ha sido un calvario: racismo, abandono, pobreza, ignorancia. Su abnegada esposa es Viola Davies, confinada en la humilde vivienda, digna, pero frustrada, aunque reprima ese sentimiento. Su hijo empeñoso procura saltar la barrera, el círculo vicioso, usando el deporte y su disciplinado esfuerzo para escapar.

El título alude a la construcción y a los obstáculos que el protagonista se impone y fuerza en su familia desde su pertinaz machismo, armado de una poderosa irracionalidad que encubre con palabrería solemne, una voluntad impía que domina el estrecho mundo familiar. Esta personalidad que bien podemos llamar sadista, aún sin los excesos de la acepción común ni su connotación sexual, sobrevive en su egoísmo y miseria asegurándose que sus allegados no trasciendan el infierno que el destino le marcó. Todo esto está excepcionalmente bien descrito con una escenificación reducida pero eficaz, interpretaciones sólidas y bien matizadas y diálogos densos y a la vez creíbles.

Es aterrador observar cómo la víctima en su pesimismo se vuelve victimario, arrastrando a sus seres queridos vaya paradoja al fango del que él no pudo levantarse. Así se reproduce un sistema de opresión. Mas al final, con unas alusiones mágico religiosas gratuitas, el filme exonera al abusador y reitera un discurso moralizante que justifica el maltrato y ratifica el patriarcado. Acaba promoviendo esa conocida ideología del sufrimiento y la resignación anclada a designios divinos. Sin embargo, esto no obvia la sagaz exposición de ese mundo gris y sus personajes abatidos, la que esclarece por sí misma el tema. Tanto en la familia como en el estudio, los educadores tienen un poder inmenso para impulsar o detener el desarrollo de sus discípulos. Muchos, quizá envueltos en la envidia, hacen lo primero y destruyen vidas. ¡Cuidado! Por cierto, la ingeniosa "Si Dios quiere", en cambio, plantea un cristianismo de amor que construye con buena fe.

Salí muy impresionado de la extraordinaria mirada del notable realizador Pablo Larraín a Neruda (un descomunal Luis Gnecco, el protagonista del tenebroso El bosque de Karadima, de Matías Lira). El autor de la formidable El club y la certera No explora con irreverencia y lucidez un breve y concentrado período de persecución anticomunista, durante el gobierno de González Videla. Remueve la creación literaria, la militancia de izquierda y el sentido de la vida. Y pensé, además de verla de nuevo, escribir sobre su enorme y retadora complejidad, sobre su amplia y sagaz visión crítica. Es un dechado de logros, un laberinto de posibilidades trazadas con enorme maestría, un torbellino de ideas realizadas con asombrosa y audaz pericia. Mas, me encontré con una crítica de cine tan buena, y tan cercana a mi entendimiento, que en vez de parafrasearla, prefiero darles el vínculo, con la urgente recomendación de ver el filme y leer este análisis que suscribo: http://www.cinencuentro.com/2017/01/24/neruda-de-pablo-larrain-una-extraordinaria-pelicula-exigente-y-provocadora/