El Lugar en el que estoy

Hermann Güendel
Hermann.guendel.angulo@una.cr

A lo largo de nuestra vida transitamos por distintas épocas cargadas múltiples momentos. Cada momento nos da alguna vivencia, cada época alguna experiencia. Es justamente ese recorrido el que nos permite comprender la vida. El sentido de nuestra existencia lo contiene el tránsito entre nuestras vivencias y experiencias. Cada momento encierra el significado de los tiempos, nos permite vislumbrar el carácter de las épocas. Recordamos las distintas épocas por las experiencias de sus momentos.

Hoy, a mi haber, vivimos hoy en una de época de incertidumbres. Dentro de ella, nos encontramos en un momento particular, el de no poderse vislumbrar la solución de sus miseria. La dinámica humana se dirige entonces hacia una reacción retrograda que la profundiza. Comprender este movimiento, que desgasta y defrauda nuestras expectativas, requiere comprender al hombre mismo como corporalidad de momentos épocales, pues las épocas se componen de conductas humanas.

Lo que somos se corporaliza en el lugar en el que estamos. Ese lugar espacialidad del tiempo. Dentro de él, se articula una compleja síntesis de artificialidades convencionales con base a la cual interactuamos con otros, los comprendemos, valoramos y creamos vínculos de intimación y filiación. La convivencia es así el escenario de experiencias y vivencias, provocado por la mediación de convenciones que nos hacen mutuamente compresibles. Pero, lejos de enfrentarnos a una única realidad, encaramos diversas, centralizadas todas através de normativas que administran la diáspora humana por medio de la fuerza impositiva y la generación intencional de consensos. La sociedad es un artificio de poder político.

Así las cosas, cuando salgo de esa pequeña región de realidad que constituye mi mundo, las otras regiones me son inciertas, aunque no inusitadas. Me muevo através de ellas con un profundo extrañamiento y temor hacia lo otro. Con quienes habitan los extremos de este transitar abro un tirante juego de autoridades que desemboca en conflicto. La convivencia se me vuelve problemática. La oportunidad de gozar de la complejidad, de vivir roznado al otro y lo otro no tienen un significado abierto, sino una condición relacional: su sometimiento a mis exigencias. Por ello no puedo vislumbrar la solución al momento que enfrento, ya que esta no está en mis manos, sino en las nuestras. Esto es lo que no comprendemos. Esta es su miseria.

Lo distinto no aturde y atemoriza, por ello necesitamos controlarlo. Pretendemos vivir el resto del mundo como si fuese nuestro mundo, el conjunto de los diversos momentos del nuestro presente como si fuesen los que habíamos vivido anteriormente. Nuestro encuentro con lo diferente responde a la realidad desde la que somos alguien. Al transcurrir por las regiones donde encuentro la diversidad de los otros, mis condiciones de identidad generan resistencia a la presencia de lo no acostumbrado. Esta resistencia solo se vence por medio de la proximidad de un amado, ya que las exigencias diarias de experiencia del amado nos imponen la convivencia, no su censura y castigo. Necesitamos así de una resignificación. Ese esfuerzo, propio solo a unos cuantos espíritus nobles, se materializa y sustenta através de una institución normativa, una suerte de Instituto Nacional de la Diversidad Humana. Sin tal, la aproximación a lo diferente reproduce las condiciones de su desprecio, pues nuestra cotidianidad se encuentra saturada de condenas que responden a lo diferente con distanciamiento y deseo de castigo. Su modificación solo nos será efectiva através de cambios superestructurales.

Por ello, cuando la conciencia simplona se dice ante lo diferente: "esto nunca se había visto en este país", resiste displicente a lo otro y lo otro con un gesto neoconservador. La miseria del momento desemboca através de esto en el retroceso político a la intolerancia de lo diverso.

(*) Académico, Escuela de Filosofía-UNA

  • CAMPUS Digital

    May 2017 - Año XXVII # 286

    Oficina de Comunicación, Universidad Nacional. Apartado 86-3000, Heredia - Costa Rica. Teléfonos (506) 2237-5929 y 2277-3224, FAX: (506) 2237-5929. Correo electrónico: campus@una.ac.cr Edición digital: www.campus.una.ac.cr

  • Directora: Maribelle Quirós Jara.
    Editor: Víctor J. Barrantes C.
    Periodistas: Víctor J. Barrantes C., Gerardo Zamora Bolaños, Silvia Monturiol Fernández, Johnny Núnez Zúñiga, Laura Ortiz Cubero, Maribelle Quirós Jara,
    Asistente editorial:
    Andrea Hernández Bolaños y Ana Lucía Vargas.
    Diseño de página: José Luis Sánchez Pino josesanchez@engineer.com

  • © Prohibido reproducir, transmitir o distribuir parcial o totalmente los artículos, fotografías, diseño o cualquier otro elemento del contenido que aparece en CAMPUS Digital. Si desea hacerlo enviénos su solicitud a campus@una.cr