Desde una perspectiva filosófica

Criterios hacia la labor y formación arbitral en el Fútbol

Oscar Milton Rivas Borbón *
miltonribo@gmail.com

Hablar del arbitraje siempre genera controversias, pero pareciera que ahora se da más que nunca. Lo que hagan los árbitros en el campo de juego y fuera de él, está bajo la lupa de los todos medios de comunicación masiva, dirigentes deportivos, políticos, y la gran mayoría del pueblo, es decir, casi el mundo entero. Por citar solo algunos hechos relevantes y mediáticos, observamos en el ámbito nacional la constantes quejas de dirigentes, entrenadores y futbolistas sobre el arbitraje, y ni hablar del tan cuestionado arbitraje incluso para los especialistas- de la final nacional del año anterior, y que para muchos llevo a ser campeón al Deportivo Saprissa S.A., los también polémicos partidos dirigidos por el señor Joel Aguilar contra la Selección de Costa Rica, tanto en el proceso eliminatorio para Brasil 2014, Copa de Oro del 2015, como el recién juego realizado contra Honduras para Rusia 2018. Es más, este fenómeno pareciera trascender a la esfera internacional, p.ej., el arbitraje que se dio recientemente en la Liga de Campeones de Europa, a decir, en el partido entre el Barcelona y el PSG, donde el árbitro de nacionalidad alemana, fue suspendido de por vida para dirigir partidos en dicha competición, algo similar le sucedió recientemente a un árbitro que dirigió un partido entre selecciones africanas y que era parte del proceso eliminatorio para el mundial de Rusia 2018. Así sucesivamente se han venido dando una serie de acontecimientos relacionados con el arbitraje, y que un pasado reciente no se daban con la dimensión que se vienen dando en la actualidad.

Los dirigentes deportivos, Cuerpos Técnicos, jugadores, los mismos aficionados y sobre todo un gran sector de la prensa escrita, radial y televisiva, están jugando un papel importantísimo, en la dimensión y magnitud del juzgamiento hacia los árbitros. El periodismo amarillista de muchos medios de comunicación, ha generado que la figura del árbitro se esté deshumanizando y se esté percibiendo como "el malo de la película" o el "inquisidor", tanto es así, que mucho entrenadores incluso los propios futbolistas están escondiendo el mal accionar táctico de su equipo o un mal resultado deportivo, bajo la excusa muchas veces injustificada de un "mal arbitraje".

Este artículo lejos de seguir la misma línea de los grandes medios de comunicación, quiere enfocarse en el tema del arbitraje desde una óptica más filosófica, y bajo la premisa de dar propuestas para la mejora el arbitraje y el juego en general, en razón de promover un futbol más fluido y dinámico, tanto para el disfrute de quienes lo practican, como para aquellos que gustan de verlo.

En razón de lo anterior, es que se plantea la pregunta ¿Cuál debe ser la función de los árbitros en el terreno de juego? Para responder esto hay que apegarse a una postura, y en este caso nos inclinamos porque el árbitro debe ser un facilitador del juego, y no la figura que imponga reglas y que estas a su vez se coloquen por encima del juego mismo. Por decirlo de un modo más concreto, el árbitro es aquel que tiene que verla porque los 22 jugadores se dediquen al futbol y no "ensucien" el juego mismo.

La posición contraria, plantea que el árbitro es aquella figura que está por encima de todos y que juega un papel de corte mesiánico en el terreno de juego, postura que ayuda a visualizar o percibir a que el árbitro no sea visto como un ser humano, por tanto, no puede cometer errores. Pero, ¿realmente se preparan los árbitros para facilitar el juego? Por lo que se observa en los partidos, la balanza parece inclinarse hacia el no.

Las opiniones de los grandes medios y las medidas de las comisiones arbitrales, tanto nacionales, como internacionales, quieren reafirmar la figura autoritaria del árbitro, que tiene más cortes de un dictador, que de un facilitador del futbol. Pareciera que las reglas de juego no se adaptan al juego, sino todo lo contrario, el juego debe adaptarse a las reglas, como si las reglas fueran una receta metafísica, donde algo vivo como el juego mismo, tiene que apegarse a una ley que sin contextualizarse, es muerta.

Los terrenos de juego parecen ser más un estilo de juicio y a veces poco tienen de futbol, más burocracia que cualquier parlamento, p.ej. todo el protocolo para la ejecución de un tiro libre o un penal, pero poco se apuesta para la fluidez del juego y el espectáculo. Los árbitros caen en esto, no porque sean sus deseos, sino porque esa es la tendencia arbitral a nivel mundial, en nuestra opinión, hay que revertir esta tendencia.

Para esto hay planteamientos que no son nuevos, pero vale la pena retomarlos. Los árbitros tienen que adentrarse más en el juego y esto significa ponerse en los pies del jugador, en término filosóficos reconocer al otro. Lo anterior significaría necesariamente, que la figura arbitral debería haber jugado antes al futbol, incluso seguirlo haciendo mientras ejerza su labor profesional, y por tanto, debería ser parte de su currículo formativo.

Lo anterior, podría ayudar al árbitro a comprender, que la regla no se debe poner por encima del juego, y como consecuencia, la capacitación arbitral no debe tener como eje central, la premisa de un recetario técnico, que se tienen que aprender de memoria, al estilo la abogacía clásica, sino por el contrario, que la premisa principal que debe prevalecer, es aquella donde "la regla está supeditada al juego". Si lo anterior no se estimula, seguirá la tendencia a jerarquizar mayormente la capacitación orientada hacia la burocratización y tecnificación.

El reconocimiento del otro, coloquialmente se puede decir como "ponerse en los zapatos del futbolista", es esencial para poder interpretar realmente las acciones del juego, y así tratar de interpretar y aplicar en el terreno de juego, unas reglas y normas arbitrales más ajustadas al espíritu propio de la acción misma de juego, y no a una interpretación puramente técnica y vacía, que probablemente podría llevar a los actores del partido por el camino de las confrontaciones y conflictos entre ellos.

Colocamos al árbitro como un factor más en el juego y no como figura principal del mismo. El concepto del arbitraje tiene que reformarse totalmente y apelar a la vida del juego por encima de la ley, que por sí misma es algo muerto. Primero nació el juego y luego aparecen las reglas, y no lo contrario, es decir, las reglas deben estar supeditas al juego, ya que es la razón de su existencia. Por tanto, debería existir una relación más armoniosa entre el árbitro y el fútbol, y en el mejor de lo casos como se planteó anteriormente- que el árbitro hubiese y esté practicando el fútbol, al menos hasta que logre terminar su carrera arbitral, pues solo así, estaremos estimulando un árbitro con una mejor capacidad interpretativa producto de sus propias vivencias de la práctica del fútbol del verdadero espíritu de las reglas de juego. Además, se estará fomentando un juego más fluido, dinámico y menos conflictivo, y por el otro lado, un árbitro menos burocratizado y tecnificado.

(*) Académico Ciemhcavi-UNA

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    May 2017 - Año XXVII # 286

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