Por la paz y la no violencia en la región
Laura Ortiz C./CAMPUS
 Representantes de la marcha centroamericana también desfilaron el 15 de setiembre por las calles heredianas. |
El pasado 13 de setiembre se organizó, en el marco de la celebración de la semana cívica, el conversatorio Un Mundo sin Guerras y sin Violencia, donde participaron Rafael de la Rubia, director de la Asociación mundo sin guerras y sin violencia; Geovanny Blanco, de la Asociación para el Desarrollo Humano; Ignacio Navarrete, del Centro de Estudios Humanistas de Costa Rica; Rónald Rivera, académico de la Escuela de Administración y Floribeth Sánchez, de la Escuela de Bibliotecología, ambos de la Universidad Nacional (UNA).
“Se trabaja y se habla mucho de una cultura de paz, pero faltan herramientas para desarrollarla. Necesitamos que los ciudadanos sean más activos a la hora de exigir sus derechos. Debemos construir un relato común en la cultura de paz, muchos se apoyan en las diferencias para crear conflicto y eso nos impide avanzar en el tema”, dijo De la Rubia.
Esta Asociación organizó también la marcha centroamericana que reunió a representantes de organizaciones sociales, humanistas, voluntarios, estudiantes y académicos de la región, para participar de un encuentro y foro el pasado 14 de setiembre denominado “Visibilizando la no violencia y la paz” y que se llevó a cabo en la sala de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNA.
Para Blanco es evidente que la violencia hace mucho dejó de ser solo física y las manifestaciones se hacen constantes en distintas áreas. “Tenemos violencia política, religiosa, social, económica; la sociedad lo empieza a ver como algo normal y eso es lo peor que nos puede pasar como seres humanos”.
Blanco también afirma que la cultura de la no violencia se debe instaurar desde la niñez. “Debemos trabajar porque así como un niño repudia un olor, así debe repudiar la violencia. Tenemos que seguir una ética mínima para la cultura de paz, que incluya el trabajo de voluntariado, la comunicación directa y personal para reconocernos como seres humanos con alegrías y tristezas, y el manejo de la no violencia no como una postura sino como una forma de vida”.
De acuerdo con Navarrete el costarricense tiene una fantasía de pueblo sin violencia. “Se nos ha metido que por no tener ejército somos pacíficos, el significado de paz y no violencia debe ser distinto, no puede ser más de lo mismo. Hay que abrir espacios a las nuevas generaciones para tener mayor impacto, inclusión y participación. Generar un cambio es difícil, y lo primero es pensar en qué puedo aportar yo para este cambio”.
Dentro del conversatorio, Rivera habló sobre ampliar el concepto de paz. “Conozco un padre de familia que envía a sus hijos a una escuela a 500 metros de su casa, pero en el trayecto deben pasar frente a un lote baldío que se presta para que los niños puedan ser asaltados. Puso la queja a las instituciones correspondientes para que se le diera mantenimiento al lote, como no hubo respuesta entró a chapearlo; al día siguiente llegó la policía a su casa para decirle que el dueño había puesto una queja y que si entraba otra vez iba a la cárcel. Entonces en este caso ¿qué es más importante: la integridad física de los niños o el resguardo de la propiedad privada? Ahí es donde tenemos que ampliar los conceptos y no actuar bajo los mínimos de paz”, dijo el académico.
Finalmente, Sánchez hizo referencia a las luchas indígenas por la defensa de sus derechos, su propiedad intelectual y la tenencia de sus tierras. “Nosotros tratamos de llevar la paz a través de la formación de estudiantes en las aulas, y el desarrollo de proyectos de extensión en conjunto con esas comunidades vulnerables”.