Sonidos del bosque ayudarían a su conservación

Investigadores de la UNA ponen en práctica una reciente disciplina denomina Ecología de paisajes acústicos, la cual se enfoca en el estudio de la dinámica espacio temporal de paisajes acústicos, que podría funcionar como un indicador del estado y la conservación de la biodiversidad.

Laura Ortiz C./CAMPUS

lortiz@una.cr

Conocer los sonidos de animales (biofonía), los geofísicos (geofonía) e incluso los provenientes de actividades humanas (antropofonía) que se producen en bosques tropicales de nuestro país, sería una herramienta clave en el planteamiento de estrategias para su conservación, es por eso que el Instituto de Conservación y Manejo de Vida Silvestre de la Universidad Nacional (Icomvis-UNA) y la Escuela de Ciencias Biológicas (ECB-UNA), realizan un proyecto en conjunto para la valoración de un índice de complejidad acústica del paisaje, como una herramienta innovadora para el monitoreo de la biodiversidad.

“La evaluación de paisajes sonoros es un área de estudio relativamente nueva que se trabaja desde el 2011; antes la investigación se centraba en la bioacústica que se focaliza en ciertas especies y el comportamiento de su vocalización, se usa principalmente con aves. Actualmente, y gracias a los avances en tecnología, tenemos instrumentos capaces de medir no solo los sonidos de la fauna silvestre, sino también los geofísicos como los truenos y la lluvia, y los producidos por las actividades humanas. De esta forma tenemos un paisaje sonoro completo que podemos utilizar como indicador de la salud de determinados ecosistemas”, explicó Mónica Retamosa, investigadora del Icomvis-UNA.

El primer lugar de estudio fue el Parque Nacional Santa Rosa, donde en un área determinada se colocaron grabadoras automatizadas cada 200 metros, y se programaron para grabar 10 minutos cada hora y de forma continua durante el amanecer y el atardecer, momentos en los que hay más actividad. Con los datos acústicos obtenidos, “Estamos utilizando programas de software estadísticos de uso libre para generar índices que nos permitan describir el paisaje acústico de los trópicos”, detalló Oscar Ramírez, académico de la ECB-UNA.

De acuerdo con Retamosa, los resultados obtenidos mediante índices acústicos deben ser validados con trabajo de campo. “Como esta metodología de trabajo es reciente, solo existe validación para bosques templados, por eso también utilizamos puntos de conteo y otras técnicas de muestreo biológico tradicionales que nos ayuden a la validación de estos datos”.

Asimismo, Ramírez menciona el uso de metodologías alternativas como la fotografía digital para describir y cuantificar la complejidad del bosque.

Diferentes

El trabajo en el PNSR se realizó entre 2013 y 2016 y propuso la elaboración de un protocolo de monitoreo a largo plazo mediante las estaciones de grabado de sonidos, utilizando los índices acústicos como una alternativa eficiente y robusta para el monitoreo de la biodiversidad.

A partir de este año y hasta el 2020 el trabajo está siendo replicado en el Parque Nacional Braulio Carrillo (PNBC). “No es lo mismo trabajar en un bosque seco tropical que hacerlo en uno húmedo, nuestra idea es generar protocolos con los índices adecuados a las características de cada ecosistema, ya que el tipo de bosque podría afectar la propagación del sonido y por lo tanto la calidad de las señales acústicas. Para el análisis se deben tomar en cuenta los mecanismos de dispersión y absorción por troncos, ramas y hojas, absorción por las condiciones porosas del suelo y efectos del bosque en los valores microclimáticos de viento y temperatura”, dijo la investigadora.

En el PNBC también se utilizan métodos tradicionales para el monitoreo de aves con puntos de conteo en diferentes sitios. Entre ellos la Quebrada González, lugar impactado por el ruido vehicular de la Ruta 32 y el puesto El Ceibo como sitio de control.

“Además de realizar la validación de metodología, tenemos un interés especial en analizar los efectos del ruido vehicular que genera la Ruta 32, principalmente de vehículos pesados que circulan a alta velocidad por la carretera y que podrían amenazar ciertas poblaciones silvestres de aves, anfibios e insectos que utilizan el canto como mecanismo de comunicación. El enmascaramiento del canto por el ruido vehicular, podría modificar el comportamiento y los patrones de distribución, interferir en la época reproductiva y otros, que afectarían la densidad y conservación de las especies”.

En este análisis también se cuenta con el apoyo del Programa de Calidad y Metrología de la Escuela de Ciencias Ambientales (Procame). Los resultados obtenidos podrían ser fundamentales para la elaboración de estrategias de mitigación que minimicen el efecto de la contaminación por ruido en el PNBC.

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    Setiembre 2017 - Año XXVII # 290

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