Turismo en el Caribe sur tendría mayor auge

Actividad turística en el Caribe sur del país se beneficia de pequeños emprendimientos familiares. Investigaciones desarrolladas por académicos de la Facultad de Ciencias de la Tierra y el Mar, arrojan resultados que apoyarían el trabajo que se realiza en las comunidades para un desarrollo sostenible.

Laura Ortiz C./CAMPUS
lortiz@una.cr

Atractivas playas, diversidad de flora y fauna, el ritmo del calipso, el sabor de su comida criolla y el carisma de sus habitantes, hacen del Caribe sur del país un agradable destino turístico. Sin embargo, el modelo utilizado para promover los atractivos de la zona, dista del empleado en otros lugares como Guanacaste, donde el mayor impulso económico proviene de inversión de extranjera.

En el Caribe Sur, por el contrario, destacan los pequeños emprendimientos desarrollados por sus habitantes, y por quienes llegaron un día como turistas extranjeros y quedaron atrapados por la belleza lugar.

El pasado 28 de junio, académicos e investigadores de la Facultad de Ciencias de la Tierra y el Mar, se trasladaron a Puerto Viejo de Talamanca para compartir con líderes comunales, guardaparques, y micro empresarios, los resultados de la investigación que realiza la Universidad Nacional (UNA) en los temas de turismo y conservación.

“El Caribe sur es una zona sumamente frágil, año con año tenemos los problemas de las inundaciones y existe la presión de una población que aumenta; sin embargo, Talamanca, por ejemplo, es uno de los pocos cantones del país que entre el 2000 y 2015 mantiene su cobertura forestal y reduce además la distancia entre los fragmentos del bosque”, detalló Carlos Morera, investigador de la Escuela de Ciencias Geográficas.

Para Carolina Sáenz, investigadora del Instituto Internacional de Conservación y Manejo de Vida Silvestre (Icomvis-UNA), es fundamental el establecer alianzas estratégicas para el monitoreo de especies en la zona. “Nosotros como Universidad no podemos hacerlo todo, necesitamos de la empresa privada y de las organizaciones no gubernamentales; con este trabajo conjunto podríamos expandir nuestros programas de monitoreo de especies, porque solo sabiendo lo que tenemos podemos desarrollar estrategias de cómo conservarlo”.

Grace Wong y Laura Porras, directora e investigadora, respectivamente, del Icomvis- UNA, realizaron una investigación en el Parque Nacional Cahuita y Puerto Vargas, donde determinaron que la interacción humana con los animales silvestres se convierte poco a poco en un problema para la fauna. “Pudimos ver que los turistas interactúan principalmente con monos: alimentan, o les acercan comida para tomar fotos y esto afecta el comportamiento de los individuos, quienes prefieren buscar esa alimentación fácil y se olvidan de sus hábitos; además, se presentan casos de agresividad, porque si un mono se acerca a llevarse una bolsa de pan y la persona trata de quitársela el mono la puede morder”, dijo Wong.

Para Porras, es importante conocer la dinámica que se ha presentado en otras áreas del país debido a estas interacciones. “El Parque Nacional Manuel Antonio es el más visitado del país, y también donde más se presentan interacciones con monos y mapaches. En un estudio realizado por el Icomvis-UNA, pudimos comprobar cómo los mapaches cambiaron sus hábitos de alimentación nocturna para adecuarlos a la llegada de turistas al parque, con el objetivo de tener una mayor facilidad para obtener sus alimentos. Es importante que se tomen medidas aquí en la zona antes de llegar a casos tan extremos”, dijo Porras.

En armonía

Por otra parte, Meilyn Alvarado y Pablo Miranda, presentaron el proyecto “Implementación de buenas prácticas de sostenibilidad en proyector turísticos”, donde destacaron el trabajo que deben desarrollar las comunidades para la adopción de modelos turísticos que disminuyan el impacto en las tres áreas de la sostenibilidad: ambiente, sociedad y economía. “Debemos buscar prácticas cotidianas que sean ambientalmente responsables, que ayuden a maximizar el ingreso económico de las comunidades, donde estén integrados las mujeres, los artesanos y pescadores en esa línea de trabajo”, explicó Miranda.

Este trabajo no se realiza con la UNA. “La comunidad es quien debe pedir a la Universidad ese apoyo para el desarrollo del proyecto, lo más importante es tener una comunidad organizada, luego se diseña el plan y de ahí se buscan otras organizaciones o instancias que lo puedan apoyar”, detalló Alvarado.

Finalmente, el investigador Julián Rubí, de la Escuela de Ciencias Agrarias, explicó a los participantes el proceso de identificación del potencial y construcción de la “Denominación de origen de la cerámica Chorotega”, con el fin de que la comunidad conozca esas herramientas para el desarrollo de la actividad turística.

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    Agosto 2018 - Año XXXI N° 300

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