A desenterrar...

Hace un siglo

Isabel Ducca D.

El poder opresor siempre se nutre de la represión, el ocultamiento de conocimiento y la adulación. Constituyen armas de la prensa comercial para dominar la mente social. Como vimos anteriormente, La Información fue encendiendo las llamas que lo consumieron en 1919. En dos números de abril de 1918, encontramos tres textos modelo de esos mecanismos.

El titular Renuncian los profesores de la Escuela Normal de Heredia y las tareas de aquel centro han sido temporalmente suspendidas, se divulgó el 13 de abril, pero no aclaró por qué ni cuáles. Nombró únicamente la renuncia de su director Joaquín García Monge y a Omar Dengo como uno de los profesores. Detalló la solución al problema porque Carlos Gagini fue nombrado como nuevo responsable y se detuvo, la noticia, en un trámite burocrático de quién debería aceptar dichas renuncias. Escondió con artimañas, como lo de la fiesta de despedida a Omar Dengo, la protesta de Joaquín García Monge y Omar Dengo, entre otros, contra el régimen de los Tinoco. Ellos renunciaron como un acto de dignidad y patriotismo por defender principios fundamentales de respeto humano y ética.

Ese mismo día apareció otro monumento al periodismo desinformativo: El pueblo costarricense permanece fiel a sus tradiciones de patriotismo – La hidalga aptitud de las provincias de Heredia y Alajuela. Entrevista con los Comandantes de Plaza Coroneles Solórzano y Otoya. Es una “crónica” de cómo la población de Heredia y Alajuela respondió al intento de “invasión del territorio por don Jorge Volio”. Las figuras de autoridad consultadas para el reportaje fueron dos militares, adeptos al régimen. Se trata de un escrito hiperbólico acerca de las dádivas y el sacrificio de dichas provincias; sin embargo, todo quedó en la vaguedad pues no se dan casos concretos y no se vislumbra la opinión de los disidentes. En síntesis, dos militares adularon con una narrativa épica a los Tinoco.

El 17 de abril se publicó Con las bolas no botan al Gobierno. Es una amenaza sustentada sobre la base de la supuesta irresponsabilidad y falta de moral de quienes echaban a rodar habladurías contra el régimen, aunque no se especificó qué tipo de bolas ni siquiera se dio un ejemplo; la única aludida es acerca de un duelo personal. La amenaza sí se planteó abiertamente. El Gobierno pondría en ejecución la Ley de Orden Público.

Para un gobierno despótico, es fundamental atacar y censurar la oralidad por ser fuente de creatividad, espontaneidad e información pues los datos sobre el atropello y las agresiones solo se conocen por la difusión personal, cuando hay una fuerte censura.

¡El periódico felicitó la mano dura!