La frustración de nuestras expectativas

Hermann Güendel (*)
hermann.guendel.angulo@una.cr

Nuestro modo consciente de ser es un modo de estar en la momentaneidad de un lugar. En ese contexto lo que somos y sus límites. Disfrutamos de la vivencia satisfactoria y padecemos de la frustrante. Subsistimos tan solo con la  débil expectativa de  que todo salga como deseamos. No puede ser de otro modo, pues nuestro mundo es un mundo con otros, y estos, no son creaciones de mi voluntad, pese a que por ella los  invoco como amigos, amantes,  compañeros. 

La cotidianidad transcurre en la condición de psicofantes. Existimos como corporalizaciones de condicionamientos complejos e imperativos. Somos una artificialidad real, fruto de las verdades en común que asientan una época. Por ello no hemos de pretender que nuestro escenario es solo adecuado para homólogos, peor el contrario es un tablado compartido.

Si bien en el escenario de la Costa Rica actual la irrupción de nuevas subjetividades nos imponen un cambio significativo en nuestras actitudes hacia los otros y lo otro; a mi juicio, nuestro momento no responde a esa urgencia que se desea. Las conductas humanas no cambian por el peso de la voluntad intempestiva y la pasión  acalorada de las conciencias más despiertas, sino por el cambio generacional de referentes culturales agregados con los años.

El  apasionamiento militante bien fundado que surge de la experiencia de vinculación con el excluido y lo excluido, pero solo tiene hoy un leve su efectividad civil, y no la fuerza jurídica que la puede cimentar. Debe provocarse entonces una reingeniería de la cotidianidad. Ello ha de plantear siempre problemas, pues nuestra cotidianidad está transversalizada por condiciones superestructurales que no cambian a la velocidad que lo hacen las personas, provocando por ello vivencias de resistencia y extrañamiento, sensibilidades perennemente conservadoras.

Así las cosas, los cambios en la realidad histórica no se dan en consonancia a los cambios en nuestra vida y conciencia. Siendo de este modo posibles solo através del surgimiento de nuevas delimitaciones de significados, algo que se da  apoyado únicamente en el paso de generaciones. Con ello, la autonomía en la velocidad de los cambios de la región superestructural hace que enfrentemos múltiples escenarios de frustración a nuestras  expectativas.

Dicho de otro modo, el actual régimen cultural hegemónico no responde a la variación de nuestra conciencia, sino a la reproducción diaria de los significados que posee. Esa reproducción contiene arcaísmos ideológicos que se arrastran desde hace siglos, el más importante, para el caso, es el que llamo moralidad cristiana colonia excluyente y censurante.

Gracias a ella, el conservadurismo pentecostal goza de protagonismo, argumento y autoridad. Por lo anterior pese a toda la voluntad favor de la integración del otro, la sociedad  costarricense no se dirige hacia el abandono de conductas confesionales, sino a su radicalización en el terreno de lo político.

 (*) Filósofo. Escuela de Filosofía-UNA

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    Mayo 2018 - Año XXVIII N° 297

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