La mascarada: una tradición que no muere

Jose Adrián Umaña Salas para CAMPUS
umanajoseadrian@gmail.com



Las mascaradas se encuentran en lugares tales como: Barva, Aserrí, Escazú, algunos pueblos indígenas, entre otras comunidades.

Las mascaradas han estado presentes en Costa Rica por siglos; es una tradición que sigue vigente, que se transmite de generación en generación, involucra personas que habitan dentro y fuera de las localidades donde más se practica. Esta tradición se manifiesta de diversas maneras en distintas zonas geográficas y también ha tenido muchos significados dentro de la sociedad costarricense. Es de esperar que las actuales y futuras generaciones sigan perpetuando esta actividad que le da identidad a un país.

Según Mayela Solano, directora del Museo de Cultura Popular de la Universidad Nacional (UNA), esta es una festividad antigua que tiene un recorrido histórico que se remonta a los tiempos de la colonia en Costa Rica y se asocia con festividades religiosas, según mencionó en el programa de televisión “UNA Mirada”.

Sin embargo, al estudiar con más detalle el origen, se pueden encontrar diferencias. Guillermo Cubero, curador del Museo de Cultura Popular de la UNA, destacó que proviene de la influencia indígena, española y africana. “Por ejemplo, la que se encuentra en Barva es muy distinta a la de los grupos indígenas, pero hay que deslindar y decir que aunque podrían haber contactos e influencias, son fenómenos culturales muy diferentes. En el caso de la del cantón barveño tiende a reproducir los patrones que se encuentran en la edad media, específicamente en Europa, desde la kermés flamenca en el norte de Europa hasta Italia o España”.

En el caso de la tradición indígena, Solano indicó “tenían otro uso en la cotidianidad muy diferente al que se deriva en la colonia con la llegada de los españoles, porque tenía (la mascarada indígena) una connotación ritual, incluso es relacionado en actividades espirituales”. Para su elaboración—destaca—utilizaron materiales como jade, piedra, oro, entre otros, pero no usaron el papel.

Son un híbrido

Luis Miguel Vargas, historiador del cantón de Barva, detalló que las mascaradas “son un híbrido entre esa cosmovisión naturalista de los aborígenes costarricenses que se torna y transmuta a una concepción más católica producto de ese sincretismo de la evangelización en la colonia. Como lo dice la autora Guiselle Chang, esa diferenciación lo que hace es marcar dos etapas: la colonial y la actual; en la actualidad tiene una connotación de fiesta popular, antes era un ritual donde se utilizaban en actividades religiosas, como por ejemplo, en la procesión de la Virgen de los Ángeles, en la celebración del Corpus Christi, entre otras. Tienen diferencias según la ubicación, se va influenciado por las características culturales de cada pueblo; por ejemplo, en el caso de Barva un contraste abismal es la utilización de vejigas para achilillar a los presentes, en otros lugares lo que se utiliza son los cabezazos con la misma máscara o los chilillos de verga toro”.

Asimismo, destacóVargas, los mascareros o personas encargadas de confeccionar las mascaradas, tienen un estilo diferente, porque representan los intereses propios de cada uno de ellos, sin dejar de lado la tradición. “Cada máscara tiene su propio desarrollo dentro de la sociedad, existen máscaras para fiestas privadas que se realizan en conjunto con las cimarronas, otras que son para las celebraciones patronales y las de exhibición”.

Máscarada como crítica y entretenimiento

Luis Miguel Vargas añadió que la mascarada motiva al ser humano para que “se salga de la realidad social a efectuar una crítica desde afuera mediante la utilización tal vez de un alter ego; por ejemplo, me pongo una máscara y así puedo criticar, expresarme sin tener ningún problema con que me vayan a denunciar, a callar. Refleja los problemas sociales y las posibles soluciones”.

La política oficial también le ha dado una nueva connotación a las mascaradas, desde el año 1996, cuando el gobierno de Costa Rica estableció, mediante el Decreto N0 25 724-C, el 31 de octubre como el día de la mascarada costarricense, con la finalidad de promover el conocimiento de las diferentes manifestaciones culturales existentes en nuestra sociedad, reconocer que la mascarera costarricense está presente en las diferentes actividades culturales, es una costumbre arraigada y antíquisima en nuestra sociedad y permite apreciar el talento de nuestros artesanos; además, constituye un elemento importante para la educación y recreación de nuestro pueblo, así como para que la población adquiera conciencia y madurez sobre la importancia de preservar y difundir la realización de mascaradas, como símbolo de expresión cultural.

Además, esta declaratoria—recuerda Mayela Solano—permite contrarrestar “la influencia masiva que realizan los medios de comunicación para celebrar una tradición ajena a nuestras tradiciones, como lo es Halloween”.

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    Octubre 2018 - Año XXXI N° 302

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