Mi inocente viaje

Alexander Marín Jiménez
Lucrecia Naranjo Madrigal
Janice Brown Sandí (*)

Cientos de niños migrantes, no acompañados, viajan en busca de un mejor futuro. Tal es el relato de Lucas, quien se enrumbó a un país del norte, con sus hermanos de 9 y 10 años. Después de la muerte de su mamá, no hay quien los cuide, no tienen donde vivir. O el caso de Carlos, de 9 años y Carolina de 15, quienes huyen día y noche de la violencia, las armas, y la muerte (OIM 2015). Testimonios como estos evocan a la reflexión e instan a preguntarnos: ¿cuáles son las causas que empujan a cientos de niños y niñas centroamericanas a emprender este viaje? ¿Cuáles son los riesgos que corren estos vulnerables migrantes?

Investigaciones del Centro de Estudios de Género y Refugiados, con niños detenidos en las fronteras, permiten definir algunas de las causas más comunes para aventurarse en esta odisea: búsqueda de mejores condiciones de vida, miedo a la violencia, a la delincuencia y temor a ser reclutados por maras o pandillas. Pero eso no es todo; una vez insertos en la osadía de migrar, se ven expuestos a peligros tales como: el acoso, la agresión, el tráfico de personas, la prostitución, la muerte, el trabajo forzado, entre otros.

El fenómeno no es pequeño. De acuerdo con el mismo Centro de Estudios de Género y Refugiados, en el año 2014, la Patrulla Fronteriza estadounidense aprehendió a 68.631 niños no acompañados. Esta cifra incluye 16.404 niños de El Salvador, 17.057 niños de Guatemala y 18.244 niños de Honduras.

Los datos anteriores no distan de lo que ocurre actualmente, sólo basta mirar el caso de Honduras, y su éxodo masivo, convertido en una caravana en la que los menores son la población más vulnerable.

Según Marco Méndez, académico de las Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional (UNA) “en relación con las migraciones del Triángulo Norte, factores como las agresiones en el trayecto o las políticas restrictivas en los países de destino, no son suficientes para desalentar la migración, pues ésta responde a causas de más largo plazo como la violencia social o la exclusión prevaleciente en sus países, y para los niños, niñas y adolescentes, motivaciones también asociadas con la reunificación familiar”.

Si somos capaces de pensar y analizar de manera crítica y realista este fenómeno, quizás podamos encontrar mejores y más humanistas alternativas para la región centroamericana, aliviando el futuro de los más vulnerables.

(*) Estudiantes de Relaciones Internacionales, UNA

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    Abril 2019 - Año XXXI N° 307

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