Realizan estudio para determinar efectos tóxicos tempranos en peces

Estudio lanza una alerta temprana sobre los posibles efectos que puede causar la mezcla de dos plaguicidas utilizados en los cultivos de banano y que por la lluvia o los procesos de escorrentía llegan a los cuerpos de agua.

Laura Ortiz C. /CAMPUS
lortiz@una.cr

Año con año aumentan las hectáreas dedicadas a la producción de monocultivos como el banano o la piña. Esta actividad agrícola provoca que Costa Rica ocupe el primer lugar en el uso de plaguicidas a nivel latinoamericano. El clorpirifos (CPF) y el difenoconazol (DFZ) son químicos ampliamente utilizados en el Caribe del país, y se registran constantemente en sistemas acuáticos.

Katherine Jiménez, cursa la maestría en Ecotoxicología, impartida por el Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas de la Universidad Nacional (Iret-UNA), su tesis para optar por este posgrado se basa en la evaluación mediante el uso de biomarcadores bioquímicos e histopatológicos, de los efectos tóxicos tempranos en peces expuestos a los plaguicidas CPF y DFZ.

“El CPF es un insecticida organofosforado que se utiliza en las plantaciones de banano y se conoce por su efecto neurotóxico. El DFZ es un fungicida del grupo de los triazoles, su toxicidad no es tan alta para peces, pero se menciona que puede afectar alguna síntesis de lípidos, queremos ver cómo se comportan por separado y en conjunto”.

Para realizar la investigación, los peces se expusieron a dosis de los compuestos que, si bien no son letales, pueden tener un efecto a nivel bioquímico. Para este estudio se utilizó el Parachromis dovii, conocido como guapote, una especie nativa de gran importancia económica para el Caribe, pues es utilizado tanto en la alimentación, como en las actividades turísticas como la pesca deportiva. Asimismo, está posicionado en la cadena trófica como un depredador.

“Se pudo determinar que unas concentraciones ambientalmente relevantes de CPF provocó una respuesta neurotóxica significativa en los alevines, la cual se puede observar en una fase temprana después de la exposición. Además, aunque se confirmó que el DFZ es menos tóxico que el CPF, sí produce alteraciones enzimáticas importantes relacionadas con el metabolismo y el costo energético”. En cuanto a los biomarcadores, se registró una inhibición significativa de la actividad de la colinesterasa cerebral y muscular en peces expuestos a CPF, pero no se produjo una inhibición cuando los peces fueron expuestos a la mezcla de CPF y DFZ; sin embargo, en la mezcla se evidenció la alteración de la enzima EROD, relacionada con procesos de biotransformación de contaminantes.

Estudios sobre neurotoxicidad en peces mencionan que esta se puede ver reflejada en la alteración de funciones como la búsqueda de alimento, refugio y podrían ser presa fácil de los depredadores, pues el pez está desorientado.

Los cambios histológicos se evaluaron de forma semicuantitativa y se registraron según la frecuencia de aparición después del periodo de exposición. Este estudio concluyó que las concentraciones subletales de CPF y DFZ en una exposición subcrónica inducen alteraciones importantes a nivel histológico, principalmente en las branquias; además, sugiere que este tipo de biomarcadores resultan útiles para complementar la evaluación de la exposición y los efectos de la mezcla de plaguicidas en estudio. “Daños severos en las branquias pueden causar problemas para la captación de oxígeno y para la osmoregulación y si esto pasa los peces pueden tener problemas en su dinámica con el ecosistema”.

Las respuestas a las interacciones entre varios químicos son impredecibles, y de ahí, según Jiménez, la importancia de estudiar posibles escenarios. “Las interacciones pueden ser muy similares si uso dos sustancias con el mismo modo de acción que se conoce inhiben cierta enzima específica, el reto es que en el ambiente las sustancias no están aisladas, sino que son un conjunto de mezclas de las cuales no conocemos sus interacciones. Continuar con estudios que nos den alertas tempranas mediante biomarcadores en otros niveles de organización biológica, nos ayudarían a complementar la información antes de que ocurra un desastre en el ecosistema”.

Jiménez participó del 15 al 18 de setiembre en la reunión anual de la Sociedad de Toxicología y Química Ambiental (SETAC), realizada en Cartagena, Colombia, donde expuso los resultados preliminares de su investigación y obtuvo un reconocimiento como mejor presentación.

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    Diciembre 2019 - Año XXXI N° 315

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