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Agua: ¡o hay pa’ todos, o hay patadas! Ana Isabel Barquero Elizondo (*)
Entre las razones para llegar a ese punto se encuentran: la evidente carencia de datos científicos sobre condición, disponibilidad, demanda actual y proyección a futuro, del recurso hídrico por parte de las instituciones encargadas de su gestión en las diversas regiones del país; la actitud ambigua del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados en conflictos suscitados en diferentes puntos del territorio; la evidente entrega al mejor postor, de este y otros recursos naturales (minerales, suelos, bosques, zonas marino costeras) por parte del Estado en general y del Ministerio de Ambiente y Energía en particular; los intereses económicos y politiqueros que se han apropiado de la Asamblea Legislativa y de los gobiernos municipales; la preeminencia de las ambiciones de las empresas –grandes o chicas- sobre las necesidades de la población y las comunidades en el tema del agua. Ante un panorama y una sensación de desamparo como estos, ¿qué más puede quedar sino la fuerza? Por eso encontramos a comunidades que se organizan: amas de casa, miembros de ONG’s, jubilados de distintas áreas, estudiantes, trabajadores del campo, educadores, comerciantes, representantes de la juventud, entre otros, en defensa del agua. Y se da en Guanacaste, en el valle central o en el caribe. Dondequiera que las demandas de la gente topan con pared: diálogo roto, respuestas poco convincentes o engañosas, o en el peor de los casos, ninguna respuesta por parte de las instituciones. Estas actitudes son también una señal para el Estado, los gobernantes y para quienes dirigen las instituciones… No se puede jugar con los bienes comunes, los cuales hoy más que nunca se encuentran amenazados por el sistema depredador. La situación de privilegio de Costa Rica en cuanto a disponibilidad de agua, puede revertirse a causa de la contaminación, la sobreexplotación, el desperdicio y la falta de controles adecuados. ¿Qué se requiere para que haya agua para todos pero “sin patadas”? Primero, estimar lo más certeramente posible (para las diferentes cuencas) la cantidad de agua con que se cuenta, así como la población a futuro: de esa manera se podrá determinar cómo se va a repartir el agua disponible para cada uno de los usos: agricultura, industria, turismo, hidroelectricidad y el uso prioritario: consumo humano. Además de eso, compromiso, vigilancia, consenso, valoración, respeto y conocimiento sobre el recurso, por parte de todos los actores que componen la sociedad, pues el agua es sinónimo de vida y elemento imprescindible para el desarrollo. (*) Coordinadora del Programa Interdisciplinario de Investigación y Gestión del Agua de la Universidad Nacional (PRIGA-UNA) |
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