Homofobia en aulas universitarias
Silvia Monturiol F. /CAMPUSsmonturi@una.ac.cr
Un 50% de la población estudiantil ha percibido manifestaciones homofóbicas y lesbofóbicas en espacios universitarios, ya sean aulas, pasillos o actividades académicas, según evidencia la investigación “Hostigamiento sexual en población estudiantil de la Universidad Nacional”.
Ante algunas situaciones conocidas de hostigamiento contra personas por su orientación sexual distinta a la heterosexual, las cuales no llegaron a formalizarse como denuncias, este segundo estudio sobre hostigamiento sexual en la UNA (el primero se realizó en 1999) incluyó cinco preguntas dirigidas a explorar el ambiente universitario en lo referente a la homofobia.
Coordinada por la psicóloga Zaira Carvajal del Instituto de Estudios de la Mujer (IEM), a finales de 2008, la investigación muestra que cerca de la mitad de la población encuestada (47%) -estudiantes de todas las carreras y sedes universitarias- consideran que es común etiquetar a las personas como homosexual o lesbiana por su forma de vestir, de hablar y tratar a los demás.
Un hombre es etiquetado como homosexual o una mujer como lesbiana cuando se salen del rol que se ha impuesto socialmente para cada género. “Hay un control, una observación exagerada de los estereotipos y con base en éstos se cometen conductas discriminatorias”, afirma la psicóloga Carvajal.
No es de extrañar, entonces, que más de un 20% de las y los jóvenes del estudio asegure haber percibido “burla, choteo, empujones o cualquier otro tipo de agresión física o verbal contra alguien por su orientación homosexual o lésbica”.
Del prejuicio al respeto
Además de que representa una violación a los derechos humanos, la homo-lesbofobia es junto con el machismo, el sexismo y la misoginia una forma de potenciar la masculinidad hegemónica, toda vez que las mujeres y todo lo asociado a lo femenino son devaluados. La homolesbofobia puede generar sentimientos de frustración, miedo, impotencia y depresión, que atentan contra el bienestar de las personas con una orientación sexual diferente a la heteronormatividad.
La especialista destaca que la orientación sexual es algo que no se escoge, se trae y no se corrige ni se cura porque no es una enfermedad, como erróneamente ha querido hacer ver el ex diputado Juan José Vargas. “Algunas personas por represión y miedo por el pecado, el castigo o por la censura pueden anularse sexualmente, pero eso con el tiempo puede desembocar en una verdadera patología psiquiátrica, porque la homosexualidad, el lesbianismo, la bisexualidad o la transexualidad no son enfermedades, pero sí lo son las fobias contra estas expresiones de la sexualidad”, subraya la investigadora del IEM.
Dado que la orientación sexual generalmente aparece a muy temprana edad, la psicóloga considera indispensable formar agentes educativos con un enfoque de diversidad sexual y a la vez con capacidad de desmontar los estereotipos sexuales de la feminidad y la masculinidad. Carvajal considera discriminatorio que estudiantes no heterosexuales pasen por la escuela, el colegio y la Universidad sin que sus docentes hayan tratado temas acordes con sus intereses, necesidades y deseos, sin prejuicio.
Añade que una forma de contrarrestar la discriminación es visibilizando la diversidad sexual, mediante su incorporación como contenido curricular y desde la educación básica. “¿Por qué tanto miedo de hablar naturalmente de la diversidad sexual como algo que existe y que no es contagioso? Ese silencio es discriminación”, subraya. En ese sentido, considera muy positivas las campañas así como el decreto que establece el Día contra la Homofobia, en tanto promueven que la gente vaya perdiendo los miedos y adquiriendo información desmitificada, libre de prejuicios y sin estereotipos.