El escorpión, de 11 a 3
Luis Montoya
Comunicólogo
Un 19 de octubre de 1960 levantaron 6 libras de una cama de hospital. Hembra. Producto pequeño.
Lloró. Lloró mucho, como nunca más lloraría. Como no lloró la muerte de su madre, a los 3 años. Y apenas si dejó caer cinco lágrimas sobre sus cachetes por la muerte de su padre, a los 10 años.
Al morir su madre, la enviaron a un orfanato donde le inyectaron, desde los 4 años, huevecillos de tristeza en los ojos, a lo Chaplin. Le atornillaron 10 capillas, sobre los hombros. Le llenaron la boca de místicos eructos: letanías. Y los cánticos de ingenuidad que se desbordaban por los labios, siempre en oración de las monjas, sellaron sus oídos. Para siempre.
“De cuando en vez, tengo recuerdos de chiquilla, como la casita con latas de zinc y piso e´ tierra donde viví mis primeros años, con mis papás en San Carlos”, me contó Evelyn, una de tantas veces que compartimos una mesa en el night club El Escorpión.
Aquel día, sus ojos eran astillas de vidrio, efecto, quizás de los cruces de droga y alcohol.
Yo la observaba, con ese aire inquisidor del profesor universitario que dice conocer la teoría de la realidad o la realidad teórica y comprende “el marco conceptual totalmente antagónico, disímil y vertical en que se circunscribe la vida de esa artista del streep tease...”
Imaginaba, mientras veía su mirada perdida, el interior de su cerebro como laberintos azul- violeta, rojos, anaranjados por donde viajaban los estímulos neuronales, la energía del pensamiento. El hipotálamo, cargado con pegamento pastoso.
Evelyn subió a la tarima. Las notas del piano de Clyderman se deslizaban sobre la pista.
La hembra bailó de cara a los espejos, en contorsiones suaves, bien apuntaladas, hacia adelante, hacia atrás, hacia los lados, hacia abajo, en círculo…
De cuando en vez, se volteaba de cara al público para tirar una prenda.
Cuando estuvo desnuda, mirando a los clientes “respetables” cayó de rodillas. Invocó con un grito a Dios y empezó a rezar el Santo Rosario: “Un misterio, por las damas benefactoras, para que sus gladiolas y pensamientos que adornan el altar no se marchiten. Otro misterio, de los dolorosos, por la salud de doña Hortensia, para que nos lleve a Puntarenas…”.
Todos los presentes, petrificados. Por algunos instantes. Porque muy luego, los de la seguridad del night club cubrieron a Evelyn y se la llevaron al camerino.
A los pocos minutos, Evelyn levantó la cortina roja que separaba la miseria de las bailarinas de los goces de sus clientes. Y con un caminar de modelo de pasarela, con sus ojos que saltaban de un lado a otro y de abajo al infinito se acercó a la mesa para sentarse muy cerca de mí. Toda vestida se veía más gastada. Ella misma se sentía otra.
Entre dientes, recitaba frases incoherentes, con pausas breves… Para ir a misa, fila. Para ir al cine, fila. Para ir al excusado, fila. Para recibir los regalos navideños, fila. Para comer, fila. Para comulgar, fila. Siempre la misma fila, de dos en dos, con tres ladrillos de distancia. ¡Mi vida es una fila de m……! ¿Verdá?
Con la última palabra, el colapso. Evelyn cayó. La seguridad del night club sacó a todos los clientes. Vino la policía; y detrás, los periodistas.
“Hoy, en horas de la madrugada fue encontrada muerta en un night club de la capital, una mujer de la vida alegre que respondía al nombre artístico de Evelyn. Según fuentes bien informadas, la prostituta habría muerto por una sobredosis de cocaína.”
La misma fuente declaró, sin autorizar la revelación de su nombre, que “esta muerte se produce en mal momento, pues esa mujer era sospechosa de estar vinculada a un importante distribuidor de la fatídica droga”.
Ernestina, verdadero nombre de Evelyn, dejó el orfanato a los 14 años para trabajar como sirvienta en la casa de una benefactora de la institución.
Pronto se cumplen 50 años de su nacimiento. Y 15 de su muerte…
Escribo esta crónica periodística, a la memoria de cientos de miles de mujeres que nacen y mueren, como Ernestina (¿o como Evelyn?) en el enigma de la soledad, dejando apenas una estela de su vida en la pista de algún night club del planeta Tierra.
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Noviembre 2010 - Año XXI # 215
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