Apicultores de Tarrazú diversifican su producción
Johnny Núñez Z/CAMPUSjnunez@una.ac.cr
Apicultores de la zona de Los Santos comercializan la miel de abeja de flor de café. |
Hace tres años, un grupo de apicultores de Tarrazú descubrió que la llegada de la florea del café, más allá de augurar una buena cosecha, se convirtió en el punto de partida para emprender nuevos proyectos en el sector apícola nacional. Miel de abeja tradicional, cremada, jaleas y hasta cremas para dolores artríticos, a base de veneno de abeja, así como implementos como los ahumadores fabricados de material de desecho, son tan solo una parte de los productos apícolas que se ofrecen en la zona de Los Santos.
De forma constante, más de 40 apicultores de Tarrazú reciben capacitación y asesoría técnica por parte de los investigadores del Centro de Investigaciones Apícolas Tropicales de la Universidad Nacional (CINAT-UNA), así como acompañamiento de la Oficina de Transferencia Tecnológica de la UNA.
Pureza y calidad
William Mora, apicultor de Tarrazú y gerente de la empresa ECOMIEL, explicó que la flor del café es muy generosa y atractiva para las abejas, sobre todo entre marzo y mayo. De ahí la idea de buscar un valor agregado para la miel de abeja de café, pues en otras latitudes la miel de abeja uni o monofloral, como por ejemplo la de acacia y girasol, es catalogada como un producto gourmet.
Según el apicultor, en comparación con la miel multifloral, la de flor de café tiene un sabor más suave, agradable al paladar y color ámbar claro de tipo gourmet. Pero esto último lo decidirá un jurado en el encuentro mundial Apimundia que se realizará próximamente en Argentina, el cual reúne a apicultores de diversos países, quienes llevan las muestras de sus mieles para competir por una certificación de calidad.
Veneno para el reuma
Otro de los apicultores emprendedores de Tarrazú es Manuel Calderón, gerente de la empresa Apícola la reina, quien aparte de comercializar miel con propóleos ofrece la crema con veneno de abejas para el tratamiento de dolores reumáticos y artritis.
Según explicó, la extracción del veneno es muy complicada, ya que se requiere estimular a la abeja por medio de circuitos eléctricos de bajo voltaje para que deposite la gota de veneno sobre un cristal, la cual se recoge con una espátula y se procesa junto a otros productos naturales.
Insumos a bajo costo
En cuanto a implementos para las labores apícolas, Francisco Elizondo decidió utilizar materiales de desecho para fabricar ahumadores y colmenas de madera. Para ello reutiliza los filtros de aceite de los camiones y sobros de madera de los aserraderos de la zona.
“Estamos reinventando la apicultura para fabricar insumos a bajo costo. Por ejemplo, un ahumador normal ronda en el mercado los ¢40 mil mientras que los elaborados con materiales de desecho se cotizan en ¢25 mil y las cajas para colmenas son de maderas cultivadas como ciprés y eucalipto, ninguna en peligro de extinción”.