La Costa Rica a la que podemos aspirar
Rafael Ariasrafari18@gmail.com
El reciente anuncio que coloca a Costa Rica en el primer lugar en prosperidad en América Latina y en el puesto 32 de entre 110 naciones evaluadas es una noticia halagadora que hay que poner en perspectiva. En la discusión sobre el desarrollo nacional es importante reconocer las fortalezas históricas e institucionales que le han permitido al país transitar por el camino del desarrollo en libertad y con equidad.
El camino costarricense del desarrollo con equidad, rasgo característico del periodo de la Segunda República, tuvo su marco referencial en las reformas constitucionales de 1949 y en el espíritu del artículo 50 de la Constitución del mismo año. Retomar el camino costarricense del ciclo virtuoso entre crecimiento y desarrollo humano implica retomar el modelo de país solidario consignado en el contrato social de 1949, y un compromiso del gobierno por diseñar e implementar políticas públicas consistentes con el mandato constitucional de “procurar el mayor bienestar de todos los habitantes del país, organizando y estimulando la producción y el más adecuado reparto de la riqueza” (CPR, art. 50).
Hablo de retomar el camino costarricense porque hemos venido sistemáticamente perdiendo el rumbo, con una acción gubernamental con serios vacíos de dirección e incipiente claridad en cuanto a la definición de la estrategia de transformación institucional y productiva que a su vez promueva mayor bienestar para la sociedad en su conjunto. Indicadores, como la creciente desigualdad en la distribución del ingreso y el aumento en los niveles de concentración de la riqueza en los últimos 15 años, están asociados con un proceso de empobrecimiento del 40 por ciento de la población con ingresos medios bajos y bajos.
Dos indicadores adicionales son particularmente preocupantes, el primero tiene que ver con los bajos niveles de finalización de secundaria, ya que solo 4 de cada 10 niños y niñas que empiezan la primaria terminan la secundaria, lo cual tiene repercusiones negativas sobre el bienestar de este segmento de la población y sus posibilidades de movilidad social. El segundo es todavía más preocupante y es el que se refiere a la pobreza que afecta a la población menor de 12 años; según datos recientes de la Encuesta de Hogares, en el 2010, la pobreza infantil alcanzó a uno de cada tres niños menores de 12 años (32%). En total, son 271.706 menores de 12 años los que están en dicha condición, lo cual limita sus oportunidades de desarrollo y les impide disfrutar enteramente de sus derechos. De este 32%, el 8% corresponde a niños en extrema pobreza y el 24% a niños que no satisfacen necesidades básicas. Es a esto a lo que el Informe del Estado de la Nación ha llamado “crecimiento desarraigado” con aumento en la desigualdad y vulnerabilidad de la pobreza.
La posición de Costa Rica en materia de bienestar es un indicador de la importancia que tiene para la estabilidad política y social de un país su compromiso con la inversión social, la equidad y la gobernabilidad democrática. Sobre todo, es un recordatorio de que el crecimiento económico no debe ser excluyente del desarrollo humano; que Costa Rica puede ser el país al que aspiramos: un país más justo, solidario y equitativo.
Académico e investigador Escuela de Economía - UNA.