Psicomotricidad contribuye al éxito escolar
Padres de familia o encargados deben involucrarse más en las actividades de sus hijos.Johnny Núñez Z/CAMPUS
jnunez@una.ac.cr
Emmanuel Herrera, educador físico y psicopedagogo del PSICOMI-UNA, manifestó que se llegó a esta conclusión una vez realizado un proceso de intervención a 12 niños del centro educativo Villalobos, ubicado en Barreal de Heredia, quienes iniciaron en preescolar y se les dio seguimiento hasta el I ciclo.
Los niños fueron seleccionados mediante la aplicación de un diagnóstico perceptual-motor que consta de seis pruebas, las cuales al final determinan si un niño fracasará o no en el primer ciclo de la educación general básica.
Como resultado de estas pruebas los menores presentaron problemas relacionados con la coordinación corporal, equilibrio, lenguaje, memoria auditiva y visual, motora fina y destrezas locomotoras como brincar, hacer caballito, deslizar y correr, entre otras.
El objetivo de PSICOMI es crear un modelo de intervención basado en actividades psicomotrices para el cual el movimiento humano es el insumo más importante para desarrollar aquellas áreas que pueden determinar el fracaso escolar.
“Cuando los niños llegaron al nivel de transición (preescolar), arrancamos el proceso de intervención hasta el tercer grado y de esa forma pudimos verificar cuántos aprobaron o no el año. De estos 12 niños, solo uno no logró pasar, porque tenía los índices más bajos de asistencia al proceso de intervención”, agregó Herrera.
El especialista detalló que el trabajo de abordaje ejecutado entre el 2008 y el 2012 se realizó en conjunto con la maestra de grado, padres de familia o encargados del niño.
Carencia de afecto
Según Herrera, durante estos cuatro años de estudio, se pudo determinar que las debilidades se encuentran ligadas con varios factores socioemocionales del entorno del niño como la demanda de afecto que se manifiesta con violencia, distanciamiento, permisibilidad, dependencia u hostilidad en las relaciones con sus padres.
Asimismo, presentaron dificultades para establecer relaciones sociales, producto de lo vivido en la casa, también inseguridad con respecto a sí mismos, el estudio y su familia. A pesar de estas características negativas en el desarrollo del niño, un 68% expresó la necesidad de cambiar la situación en la que se encuentran.
Otro factor que consideran los expertos de PSICOMI afecta a estos niños es la condición socioeconómica, pues la mayoría proviene de una clase media baja, en donde muchas veces el jefe de familia no cuenta con un ingreso estable, ya que desempeña trabajos temporales, como operarios, y a menudo es despedido. Esta situación puede causar estrés en los infantes y afectar lo académico
Curiosamente, nueve de los 12 niños (el 75%) resultaron ser los menores de la casa. La condición de tener posibilidades de reprobar algún año de I ciclo puede estar relacionada, según estos resultados, con la posición que el niño tiene en su familia. Dadas estas cifras se puede especular que algunas causas que lo afectan son: falta de atención por parte de los padres dado el cansancio de ambos, dificultades para poner límites, aumento de conflictos de pareja y dificultades socioeconómicas. Y en muchos casos se presenta la figura del hermano mayor, quien ejerce una figura de autoridad que no le corresponde.
Según los datos del estudio, los niños predeterminados al fracaso escolar son ocho varones y cuatro mujeres.
Participación familiar
Herrera explicó que el factor socioemocional se fortaleció durante las intervenciones, donde el niño asistía con el papá, la mamá o un familiar y a la hora de jugar participaban todos. “Nosotros como guías damos las instrucciones y, al final, el padre o encargado, daba las pautas de cómo hacer las cosas y cómo jugar”, comentó Herrera.
El especialista manifestó que en algunas ocasiones debían intervenir a los padres de familia con apoyo del psicólogo, pues se apreciaba un alto nivel de exigencia, en donde más bien no se acompañaba al niño en el proceso, sino se le regañaba y comparaba con el resultado de los otros menores a su alrededor.
En cuanto al desarrollo cognitivo, Herrera detalló que éste se realizó desde el punto de vista del descubrimiento guiado y resolución de tareas. Por ejemplo, se pone al niño a pensar en cómo se puede desplazar de un lado a otro y no simplemente ponerlo a imitar el salto que muestra el educador físico. “Es muy distinto decirle al niño hagamos caballito, vea como lo hago y luego lo hace usted, a darle una serie de instrucciones para que el niño pueda explorar y descubrir por sí mismo cómo se realiza el caballito”.
Herrera recalcó que si el niño aprende desde preescolar jugando con las formas y tamaños, concepto de número, planos corporales mediante su cuerpo, en compañía de sus padres o encargados, tendrá un aprendizaje mucho más significativo y perdurable.
Para esta entrada a clases, es importante recalcar que los niños vienen motivados gracias al aumento de su movimiento y recreación propio del período de vacaciones, lo cual hay que mantener todo el año. El juego, junto con la actividad física, es la forma más apropiada de contribuir en el proceso de aprendizaje.
Las personas o centros educativos interesados en que a los niños se les apliquen las pruebas perceptuales motoras para determinar el éxito o fracaso escolar pueden llamar al Laboratorio de Psicomotricidad de la UNA, teléfono: 2562-4787.