La zona sur: entre la tramitomanía y el desarrollo
Miguel Sobrado para CAMPUSmsobrado@una.ac.cr
Al finalizar la actividad, a la que asistió el entonces rector de la UNA y presidente de CONARE, los dirigentes de las cooperativas locales le solicitaron mantener la actividad de capacitación en la zona sur. Se respondió que esto era posible si se definía localmente un estilo de desarrollo que respondiera a las necesidades de la región y que se aportaban recursos tanto de parte del movimiento cooperativo como del organismo de desarrollo regional JUDESUR. Con tal fin se organizaron dos Seminarios de Desarrollo Local en Laurel durante 2006. A estos eventos, en los que participaron las cooperativas de la zona, asistieron como invitados los representantes de las otras universidades e instituciones públicas del área y se llegó a la conclusión de que la mejor opción era la metodología de capacitación masiva probada internacionalmente. Sobre esta base se elaboró el proyecto Germinadora de Empresas que arranca con la formación de un destacamento técnico local que impulsa desarrollo local desde la base. Dicho proyecto se presentó, con una solicitud de financiamiento, por parte de las cooperativas ante JUDESUR en el 2007.
El proyecto partía de las siguientes premisas:
La pobreza en los cinco cantones del sur-sur abarca el 50% de las familias, los jefes de hogar tienen muy bajo nivel educativo y tienen una tradición de asalariados, no de empresarios.
No existe demanda de empleo en la zona para gente de este nivel educativo y técnico.
Dado el nivel educativo y la edad de los jefes de hogar y las obligaciones familiares, y la baja demanda, una capacitación solamente técnica no garantiza la consecución de un empleo, ya que los escasos empleadores prefieren a los más jóvenes.
En la zona, de tradición bananera, prevalece por inercia la economía de enclave. Esto es, se produce para el exterior de la región y se traen los productos de consumo de afuera, de tal manera que existen nichos de mercado, tanto tradicionales como nuevos, no atendidos.
Generar empleo en esas condiciones implica crear autoempleo, lo cual demanda, además de formación técnica, alfabetización empresarial: organización, capacidad de elaboración de proyectos y asociativismo.
Crear una nueva cultura de emprendedurismo en los antiguos asalariados y campesinos de subsistencia, solo es posible con una nueva práctica sostenida que desarrolle masivamente en toda la zona organización comunal y proyectos de inversión.
Mientras se obtenían recursos para el proyecto madre se realizaron durante 2007-08 un laboratorio y cursos piloto en Corredores y Golfito con recursos de CONARE, para preparar el personal y ajustar la metodología a las condiciones locales, con resultados exitosos.
En el año 2010 se inició el proyecto con recursos de JUDESUR con el patrocinio adicional de un conjunto de instituciones: UNA, IMAS, INA, Infocoop, Cenecoop, Conacoop. Ese año se formaron, tras un riguroso proceso de selección y reclutamiento, 42 Técnicos en Desarrollo Comunitario Cooperativo, que a su vez reclutaron y formaron 651 auxiliares de Proyectos de Inversión, miembros de las comunidades locales, que elaboraron cerca de 300 perfiles de proyectos. En el año 2011 se continuó el proceso de formación con la realización de un Laboratorio Organizacional de Terreno en Golfito-Corredores, donde participaron en cursos técnicos y de organización más de 600 personas, dentro de ellos 104 nuevos auxiliares de Proyectos de Inversión (APIs), con 63 proyectos. Este proceso sirvió para formar 10 directores de Laboratorios seleccionados entre los 42 técnicos graduados el año anterior. Con estos directores de laboratorio y el nuevo destacamento de auxiliares de proyectos de inversión se completó la formación del equipo básico para iniciar la acción de capacitación masiva en toda la zona para contribuir a ajustar la cultura organizacional-empresarial de la zona. Esto se debe realizar “barriendo” cantón por cantón con Laboratorios Organizacionales de Terreno, donde los perfiles de proyectos individuales y asociativos elaborados por los Apis locales puedan transformarse, gracias a los cursos técnicos y organizacionales, en empresas con el apoyo de las instituciones.
Hasta aquí todo iba transcurriendo bien. En setiembre del año pasado se le informó a la UNA verbalmente, por parte del responsable de JUDESUR, que se había incluido en el presupuesto de 2012 la partida para el seguimiento. Sorpresivamente en noviembre se demanda a la UNA, para darle trámite a la solicitud, las certificaciones del aporte de todas las demás instituciones. Este trámite se cumplió en enero del año en curso, pero en el intertanto se produce la intervención en JUDESUR y las decisiones urgentes han quedado en suspenso, poniendo en riesgo las inversiones realizadas hasta el momento y la continuidad de un proyecto que ha merecido dos editoriales.
Se están realizando esfuerzos para conseguir otras fuentes de financiamiento temporal y darle continuidad a lo realizado, pero es un hecho que la suerte de un proyecto de envergadura nacional y local no puede estar a merced de avatares burocráticos. Urgen decisiones y que se asuman responsabilidades.