A desenterrar, a desenterrar…
Isabel Ducca D. |
Hay muertos de muertos. Dicen que alguien muere realmente cuando ya no queda su huella en ninguna memoria. Hay muertos que perecen cuando la memoria familiar y afectiva los borra. Otros están cómodamente “empatriados” y sirven para que los gobernantes y los candidatos les lleven coronas y canten himnos en su honor.
Con los rituales del calendario oficial, se asegura la sensibilidad dominante que sus ideas no anden por el mundo levantando ronchas y enardeciendo ánimos. Una placa, una escultura, una calle, una escuela o alguna otra institución con su nombre, constituye el ritual que acalla las buenas conciencias y limpia de culpas, cuando se les ha tratado en vida como si fuesen miserables de la peor calaña.
A Juanito Mora lo fusilaron y después lo declararon Benemérito de la Patria, pero todos los días se reniega de modelo como estadista. A Carmen Lyra, muy enferma, la expulsaron del país y no le dieron permiso de venir a morir aquí, hoy aparece en un billete, no obstante su pensamiento es desconocido para una gran mayoría. La lista podría continuar.
Hay muertos que están bien vivos y tenemos que ir a desenterrarlos…