Un panorama fiscal complejo
Francisco Sancho (*)Fernando Rodríguez (**) / Para CAMPUS.
Veamos la situación en detalle. La tasa de crecimiento interanual del índice mensual de la actividad económica (IMAE) confirma un proceso sostenido de desaceleración de la economía nacional, mientras que para el mes de junio del 2012 crecíamos a un ritmo cercano al 6%, un año después, en junio del 2013, ni siquiera nos acercamos al 3% de crecimiento. Esto sin duda tiene un efecto directo sobre la recaudación, mostrándonos una disminución importante de los ingresos tributarios. El siguiente gráfico ilustra la contracción experimentada de un año a otro en el tema de los ingresos.
Históricamente los impuestos de mayor peso en nuestra estructura tributaria lo conforman el impuesto general sobre las ventas y el impuesto sobre las rentas. Por supuesto que existen otros impuestos, pero tienen la condición de tener un destino específico y no son un soporte fundamental para las finanzas públicas. En lo que respecta a los definidos como prioritarios, ambos muestran un comportamiento de disminución en la recaudación.
Ingresos tributarios están creciendo menos que en el 2012 |
En lo que al impuesto de renta se refiere, la situación es la misma: su evolución evidencia una disminución importante y significativa, desde noviembre de 2012 a mayo del presente año, su recaudación disminuyó en un 50%.
En lo que al comportamiento del gasto se refiere, la tendencia es a la inversa, desde diciembre de 2012 experimentamos un crecimiento considerable, como lo ilustra con claridad el siguiente gráfico.
De los componentes del gasto, a pesar de que el rubro de las remuneraciones tiene una alta participación, este no es el que contribuye con el crecimiento observado. Un aspecto que empieza a cobrar importancia es el relativo al rubro de bienes y servicios que inicia un proceso de aceleración en su comportamiento. Sin embargo, los que tienen un peso significativo son las transferencias, particularmente las dirigidas al sector público y por supuesto el gasto en intereses por concepto de deuda.
Por supuesto que el escenario supone la ausencia de propuestas a lo largo del año para resolver el problema; sin embargo, es un escenario realista y peligroso si no asumimos la tarea de poner en la palestra la discusión al respecto. Reiteradamente planteamos que, en materia fiscal, cumplimos casi 11 años de no hacer nada verdaderamente de impacto para las finanzas nacionales. Esta década perdida, como la hemos definido, ha estado acumulando una tensión que podría tener un costo muy alto para la sociedad costarricense.
Estamos a las puertas de la apertura de la campaña electoral a nivel nacional y el tema fiscal se plantea como urgente; no incluir una propuesta en esta materia en los planes de gobierno o minimizar el problema sería una gran irresponsabilidad y por supuesto no se debe engañar a la población con salidas fáciles para enfrentar la situación. Cualquiera que sea la fórmula electoral triunfadora, tendrá que hacer un ajuste fiscal importante, de lo contrario las propuestas de mejora de la situación económica y social serán promesas no realizables por la escasez de recursos.
*Economista académico, Escuela de Economía-UNA
**Economista