De las encuestas a la realidad política: acercamiento o distanciamiento
Carlos Carranza V.* / Para CAMPUScarlos.carranza@ucr.ac.cr
El primero es el grado de rechazo hacia la presidenta Laura Chinchilla, y de repudio a acciones que ha hecho su Gobierno, como el viaje a Perú, el manejo de recursos en proyectos como la Trocha, el caso RECOPE, la concesión de la carretera San José-San Ramón y las declaraciones imprecisas en ciertas materias, dadas por la misma Presidenta o por parte de su gabinete.
En la praxis y en el discurso, la primera mandataria ha demostrado una gran incoherencia, pasando desde momentos inflexibles a propuestas de diálogo como la del 1° de mayo o con actos que demuestran falta del manejo político y sopesar las ofertas que le hacían al Gobierno en forma de supuestos apoyos.
El segundo tema es el alto grado de abstencionismo para las próximas elecciones, posiblemente por los déficits y agrietamientos del gobierno, así como por la falta de presencia de un sistema político que canalice adecuadamente las demandas ciudadanas. Los partidos políticos no han tenido un peso suficiente durante los últimos tres años, en muchos casos con un fraccionamiento al interior de algunos de ellos; las luchas intestinas que se expresan en la misma Asamblea Legislativa nos dan cuenta de este factor. Esta situación no solo recae sobre el partido de gobierno, sino también sobre el sistema de partidos de oposición que, salvo algunos diputados o diputadas, han podido salirse de esta especie de túnel que se da en la Asamblea.
En esta situación también están las posiciones críticas, que si bien ayudan a denunciar situaciones y a presentar casos que requieren mayor control político, en algunos aspectos su inflexibilidad política no les permite llegar a acuerdos en temas vitales y en ciertos momentos esto se ve agravado por posiciones duras de veto de ciertos proyectos por la misma presidencia de la República.
Si bien no toda la opinión pública conoce a fondo esta larga discusión, las críticas en la calle, en los corrillos, en los buses, en los programas de humor y muy finos o duros en las redes sociales, expresan la dureza de cómo se ven los partidos políticos hasta mayo de 2013.
Estas dos tendencias se entremezclan llevando a que el abstencionismo sea posiblemente el más grande “partido político”, ya que los costarricenses desconfían de los partidos actuales. El mantener o bajar la popularidad de la Presidenta podría incidir sobre el partido Liberación Nacional, como una especie de protesta por la baja gobernabilidad durante estos tres años. A la par de esto, el PLN mantiene la estructura partidaria que recuperó formalmente con la elección de Oscar Arias y la elección de Chinchilla Miranda, sin obtener mayoría en la Asamblea Legislativa.
A partir de la candidatura de Johnny Araya, en el PLN, se viene reconformando la estructura de dicho partido, la conformación de la Asamblea Nacional y la definición de comandos políticos.
El gobierno, a su vez, ha definido pasos para mejorar su estrategia de comunicación presidencial y de las labores cumplidas hasta con un cambio de vestimenta de la Presidenta hacia trajes más tradicionales, como el uso de guayaberas en Guanacaste. Con esto, se trata de elevar los niveles de popularidad de Chinchilla Miranda.
Los limitantes todavía presentes, como la situación citada y posiblemente casos como el de RECOPE, veremos más papeles y más denuncias en los próximos meses, sin dejar de lado que posiblemente nuevas denuncias puedan golpear o agrietar al gobierno. Ese juego estará vigente en los próximos meses en la escena política y en las encuestas correspondientes.
Al frente de este partido surge como posibilidad de ave fénix el partido Unidad, que luego de un largo ostracismo político por parte de los electores, lo vuelven a mirar como oportunidad y posibilidad histórica. Este partido se ha ordenado en los últimos tres años con nuevas figuras que han tomado las estructuras partidarias, como lo atestiguan las elecciones para candidatos a diputados.
En ese mismo orden, las elecciones internas de este partido fueron de mediano alcance, la definición del candidato le permitió ganar réditos, ya que como en otras épocas, sacaron una figura de prestigio nacional que no estaba en el escenario político ni era figura de controversia para ningún grupo, el doctor Rodolfo Hernández, que en el conocimiento popular tiene un gran significado por su presencia en el Hospital de Niños.
En el diseño de la campaña para este partido: la identificación hacia el color rojo, el aparecer ante ciudadanos y ciudadanas como persona confiable, de trato directo, lenguaje sencillo, sensible a las necesidades del país, con el lema simple “el doctor” que busca atraer confianza, apoyo popular y hasta cierto magnetismo de las bases históricas del populismo calderonista. El punto negativo fue cuando trató de percibir un salario como candidato. Esta situación le sirvió a otros rivales para ganar espacio y posiblemente para detener su nivel de crecimiento como candidato.
El dato real que supera a las encuestas es la elección como candidato del PAC de Luis Guillermo Solís Rivera, en reñida diferencia con el diputado Juan Carlos Mendoza, y relegando a un tercer nivel a una figura de la oficialidad de dicho partido, Epsy Campbell.
El candidato Solís Rivera logró paulatinamente moverse desde los centros de creación de opinión pública, manejo de redes y como factor primordial, las visitas a diferentes lugares, grupos y comunidades con gran capacidad de comunicación directa lo que le fue añadiendo apoyo que en la elección de baja participación le permitió alcanzar el primer lugar. En los próximos meses veremos si esta candidatura sorprende con nuevas posibilidades o más bien lo contrario, que estanque su crecimiento.
Hasta este nivel de análisis lo apuntado sobre popularidad de la Presidenta, las posibilidades de volver al bipartidismo son elementos posibles, pero va a depender de cómo se muevan los actores políticos en los siguientes seis meses para definir la elección presidencial. No nos atrevemos a afirmar tan certeramente que haya segunda vuelta. Nos encontramos ante un panorama de tres principales candidaturas. Esperemos que se dé un debate intenso y de calidad para superar las cifras históricas de abstencionismo con una participación más amplia de los y las costarricenses. Ante todo, estamos en las primeras escaramuzas de la escena electoral, el desarrollo de la campaña permitirá precisar más claramente las decisiones que se tomen en febrero del 2014.
(*) Sociólogo y politólogo, Escuela de Sociología, UNA.