Cultivos poco rentables agotan recurso hídrico
Laura Ortiz C. CAMPUSlortiz@una.cr
La principal actividad económica en la zona del Tempisque es el cultivo de arroz, caña de azúcar y melón. “Durante los últimos 10 años, se plantó un promedio de 26 mil hectáreas de caña de azúcar, con un rendimiento cercano a las 73 toneladas por hectárea; bastante significativa es la proporción de arroz con 23 mil hectáreas y la exportación de melón, con 7.300 hectáreas sembradas, el área de cultivo más grande del país”, argumentó Manfred Murrell, investigador de la Escuela de Ciencias Ambientales de la Universidad Nacional (EDECA-UNA).
Para calcular la huella hídrica, explica Murrell, se deben tomar en cuenta tres distinciones: huella azul (aguas superficiales como ríos y lagos, y aguas subterráneas); huella verde (volumen de agua de lluvia requerido para hacer crecer un cultivo) y la huella gris (volumen de agua que sería necesario para diluir un contaminante hasta el punto que no cause un impacto negativo en el ambiente).
Resultados
La huella hídrica total requerida en la producción de los cultivos fue de 3.808 metros cúbicos (m3) por tonelada, distribuida de la siguiente forma: 33% agua azul, 62% agua verde y el 5% de agua gris. “La mayor huella promedio fue la del cultivo del arroz con 3.354 m3 por tonelada, seguida de la caña de azúcar con 273 m3 por tonelada y la huella hídrica del melón con 181 m3 por tonelada”, detalló Murrell.
El arroz puede ser cultivado bajo dos sistemas de producción: arroz de regadío, con aproximadamente el 85% de la superficie dedicada a este sistema y arroz secano con solo el 15%.
Según Murrell, la huella hídrica promedio fue de 3.354 m3 por ton-1 (29% azul, verde 66% y 5% de gris).
En cuanto a la huella de las aguas grises, hubo diferencias relacionadas con el sistema de producción utilizado. Por ejemplo, mientras que el arroz de regadío mostró una huella promedio de 63 m3 ton-1, el arroz secano fue 90 m3 ton-1. Esta diferencia es especialmente grande en los años 2004 y 2005, coincidiendo con la baja producción de cultivos. “Esto indica que cuanto menor sea el rendimiento (ton ha_año-1), mayor es la concentración de nitrógeno en el agua que se drena o se filtra en la plantación”, explicó Murrell.
La huella hídrica promedio relacionada con la producción de caña de azúcar fue de 273 m3 ton-1 (48% azul, 50% verde y 2% gris). La huella hídrica gris muestra valores medios de 4,2 m3 ton-1 con poca variación entre los rendimientos, lo que sugiere que estos dos factores están relacionados entre sí.
La huella hídrica promedio de la producción fue de 181 m3 ton-1 (79% azul, 7% verde y 14% gris), que coincide con los datos a nivel mundial en el que la huella hídrica global es de 235 m3 ton-1; sin embargo, el agua verde es superior (147 m3 ton-1), mientras que la huella azul es solo 25 m3 por ton-1 y la gris es 63 m3 ton-1, concluyendo que los resultados están estrechamente relacionados con la región y el sistema de cultivo utilizado.
“Los datos muestran que la huella gris mantiene un promedio de 24 m3 ton-1 durante todo el período de análisis. En este caso, vale la pena mencionar que el valor es superior a la huella verde en cada año, lo que indica que el proceso productivo del melón tiene una alta capacidad de contaminación”, expresó Murrell.
Poco rentables
Según Murrell, tomando en consideración la huella hídrica extendida en la investigación en la cuenca del Tempisque, la máxima asignación de los recursos hídricos superficiales y subterráneos (25%) fue consumido por el arroz, un cultivo con baja productividad de agua ($0,54 m-3); en otra palabras, se asigna más agua a un cultivo que genera pocas ganancias por metro cúbico de agua utilizado. Mientras que la caña de azúcar y el melón requieren en forma combinada solo el 7% de los recursos y tienen productividades muy superiores de $2,16 y $2,65 por metro cúbico respectivamente”.
Para el investigador, el análisis de la huella hídrica ha demostrado que mientras que el uso racional del agua debe extenderse a todos los usuarios, cuando hay periodos de escasez de agua, la mejor opción para mejorar la eficiencia en el que se utiliza el recurso, es claramente en el sector agrícola, principalmente para la producción de arroz. Por lo tanto, una cuidadosa estrategia que busque el equilibrio entre el uso de agua verde y azul sería necesaria para hacer frente a la cuestión de la creciente demanda de agua en la cuenca.
Para la realización de este estudio se contó con el apoyo de investigadores del Instituto del Agua y Gestión de Cuencas Hidrográficas y del Instituto Fraunhofer de Investigación sobre Sistemas e Innovación, ambos en Alemania, y se enmarcó a nivel Latinoamericano, en un macro proyecto denominado “Agua y Seguridad Alimentaria en América Latina y España” que inició en el año 2011 bajo el liderazgo del Observatorio del Agua de la Fundación Botín en España, el Centro del Agua en México del Instituto Tecnológico de Monterrey en México y el Centro de Recursos Hídricos para Centroamérica y el Caribe (HIDROCEC) y el Programa Interdisciplinario de Gestión del Agua (PRIGA) de la UNA. Además, proyectos similares fueron llevados a cabo en Sudamérica; por ejemplo, en Argentina, Chile, Ecuador, Perú, Brasil y Colombia.