Corcovado en agonía
Laura Ortiz C./CAMPUS |
Recientemente, el periódico La Nación publicó un reportaje sobre la extracción de oro en la Península de Osa, actividad que genera la destrucción de zonas de bosque virgen, la contaminación de los ríos y el aumento de la cacería, situación que había sido denunciada en diciembre de 2012 por los investigadores del Instituto Internacional de Conservación y Manejo de Vida Silvestre (COMVIS-UNA).
Hace ocho años, cuando recién me asignaban la cobertura de temas de carácter ambiental, este Instituto hacía la misma denuncia; en aquel entonces, el Ministerio de Ambiente y Energía debió reinstalar a casi 35 guardaparques, situación que evidentemente fue solo paliativa y no sostenible, pues el número de guardaparques ha disminuido considerablemente en los últimos años debido a problemas con el presupuesto
¿Sabía que hace poco más de 20 años el Parque Nacional Corcovado era el refugio insigne del felino más grande que habita nuestro país? De acuerdo con Eduardo Carrillo, director del ICOMVIS-UNA —quien ha investigado en la zona por más de dos décadas— han pasado dos años sin poder registrar en las cámaras trampa la presencia de jaguares.
La historia se repite, ante la denuncia del ICOMVIS-UNA el Gobierno anunció la contratación de 120 guardaparques, la desarticulación de la banda organizada de madereros clandestinos y la creación de un fideicomiso para proyectos productivos en la zona, medidas que habría que valorar si son sostenibles en el tiempo.
Este círculo parece interminable, y sin soluciones para que los vecinos de parques nacionales encuentren actividades socio productivas factibles para mejorar su calidad de vida, sin el trabajo conjunto entre guardaparques y pobladores, sin la educación a los vecinos y lo más importante, sin dinero para desarrollar todas estas iniciativas, nuestra fauna silvestre en la región sur de territorio parece estar perdiendo la batalla y con ella Costa Rica se queda sin uno de los reductos más biodiversos del país.