Personas refugiadas en el mundo
Entre el reconocimiento y la integración
Guillermo E. Acuña González (*) /para CAMPUSguillermo.acuna.gonzalez@una.cr
Aún y con su importancia social, económica, política y cultural, en el ámbito estadístico la población que hoy vive en un lugar distinto al que nació constituye apenas un 3% (215 millones de personas) del total mundial.
Entre la voluntariedad y la obligación, las personas se desplazan por diferentes motivos, muchos de ellos relacionados con conflictos políticos y religiosos en sus países de origen, otros impulsados por las circunstancias económicas o por la necesidad de reencontrarse con sus familiares en países de destino.
En este marco global, el 20 de junio ha sido designado como el Día Mundial para los Refugiados, una población altamente expuesta a riesgos y vulnerabilidades, en virtud de situaciones particulares que la obligan a dejar su país en búsqueda de protección en otro Estado.
La Convención Internacional sobre el Estatuto de los Refugiados, aprobada en 1951, define precisamente a la persona refugiada como “aquella que debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de tal país; o que al carecer de nacionalidad y hallarse, a consecuencia de tales acontecimientos, fuera del país donde antes tuviera su residencia habitual, no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera regresar a él”.
Es atendiendo esta dimensión humana que se instituyó el día mundial para los refugiados, que busca recordar no solo la situación de vulnerabilidad en la que permanecen las personas refugiadas, sino también reafirmar los compromisos de protección que han consignado los Estados que forman parte de la Convención suscrita.
Se trata de reconocer la situación en la que permanecen 42 millones de personas desplazadas forzosamente en el mundo, de las cuales 25,9 millones son personas refugiadas y desplazadas en el ámbito global, reconocidas bajo la protección del Alto Comisionado de Naciones Unidos para los Refugiados (ACNUR).
Hoy en día persisten situaciones que acrecientan las cifras de personas refugiadas en el mundo. El creciente conflicto político interno experimentado en Siria, por ejemplo, ha lanzado a cientos de miles de sus ciudadanos a buscar protección en países vecinos como Jordania, Líbano y Turquía.
Por otra parte, ya se anuncia que los efectos del cambio climático en las costas de Alaska producirán los primeros refugiados climáticos en Estados Unidos, al perder sus aldeas terreno ante el volumen de agua que se está produciendo como efecto del deshielo.
En América Latina, el fenómeno del desplazamiento y la población refugiada es también de magnitudes importantes. Colombia es sin duda el caso paradigmático en la región, pues debido a su histórico conflicto interno entre múltiples actores, ha generado cerca de 400.000 personas que han salido fuera de sus fronteras nacionales en búsqueda de protección. Pese a sus niveles de riesgo, la mayoría no han sido reconocidos con el estatus de persona refugiada y esperan por una pronta resolución por parte de los estados receptores.
Costa Rica constituye el principal país de recepción de las migraciones regionales centroamericanas (además de ser escenario de tránsito y origen para las migraciones internacionales) y un territorio importante de recepción de población colombiana, solicitante del estatuto internacional de refugiado. De hecho, se estima que de las 12.500 personas que cuentan con el reconocimiento del estatuto en el país, un 90% son personas originarias de Colombia.
Un estudio realizado por la representación de ACNUR y la agencia implementadora de sus políticas (ACAI, 2012) en Costa Rica, indica que la condición de la población refugiada en el país está atravesada por condiciones como los tiempos de espera para el reconocimiento del estatuto de la condición de refugiado, los altos costos de documentación para regularizarse, las dificultades para ubicarse en el mercado laboral, los altos costos en los procesos de documentación y una alta inestabilidad económica.
En adición a esta problemática, la población refugiada experimenta procesos de discriminación y cierto clima de intolerancia y rechazo social por una parte de la población nacional, pues se le continúa ubicando entre los grupos causantes de la inseguridad.
Precisamente los resultados preliminares de una encuesta producida por el Instituto de Estudios Sociales en Población (IDESPO) en el año 2012, indicaron que la población consultada continúa asociando la nacionalidad colombiana con actividades delictivas como el sicariato, el narcotráfico y la delincuencia.
De cara a la importante celebración, por realizarse en el mes de junio, se vuelve necesario procurar en la sociedad costarricense adecuados niveles de conocimiento sobre la realidad de las personas refugiadas en el país. ¿Quiénes son?, ¿qué hacen?, ¿cuáles fueron sus motivaciones para salir de su país?, ¿qué nuevos proyectos de vida se construyen? Este, sin lugar a dudas, es un paso indispensable para procurar la integración de la población refugiada; se trabaja en disminuir las visiones extendidas que la consideran como portadora de problemas en materia de convivencia y seguridad y se entiende más bien sus causas y motivaciones, así como los efectos que en sus vidas y en las de sus familiares se producen cuando tienen que salir de su país de forma involuntaria para buscar la adecuada protección de parte del estado costarricense.
(*) Director IDESPO-UNA