La casa por la ventana
Consentir y disentir
Carlos Francisco Monge |
Menudo dilema, que en nuestros días debería ser tema de discusión abierta y pública entre la comunidad académica, ante la relativa proximidad de un nuevo congreso universitario, el cuarto de nuestra historia cuadragésima.
La Universidad Nacional se fue formando, como mejor ha podido, con la concurrencia y el aporte de numerosos profesores, expertos, pensadores y creadores de amplia gama. De aquí y de allá, entre todos se ha conseguido darle cuerpo a la institución; y como cuerpo, ha estado sujeto al crecimiento, a las transformaciones, a ciertos achaques y a la edad. No se puede decir que está madura, pero sí que ya no es adolescente.
Escrito eso, arriesgo una opinión: se están echando ya de menos los sabios a los que alude Bunge. Hacen falta filósofos, en vez de profesores de filosofía; escritores, junto a los pedagogos del idioma; artistas creadores, antes que cronistas de la pintura o la música; epistemólogos que orienten sobre las formas y latencias del saber, y no solo recitadores de doctrinas y preceptos de ultramar. Tal vez es que nos hemos estado consintiendo; es decir, al mismo tiempo condescendiendo con lo hecho y dejándonos mimar por el conformismo.
Desde nuestro hoy (lo único que de veras existe) podemos leer el pasado y extraer lecciones y experiencias; también estamos en condiciones de trazar el futuro, en lo que tiene de visible o previsible. Después se verá si lo que proponemos hoy es un dogma, un error de percepción o un acierto visionario. Lo poco que nos queda es aspirar a sabios, y dejar a un lado el temor a disentir.