Mi Facebook y yo
Víctor J. Barrantes C. /CAMPUS |
Otro gran aporte de las redes sociales ha sido la posibilidad de convertir a cada usuario en fuente de información. Es decir, ya no se trata de informar sobre lo que veo sino también sobre lo que soy, lo que pienso…y hasta en lo que ando. Pareciera que la necesidad de notoriedad ha venido a transformar la amistad virtual en una suerte de nuevo narcisismo, como ha dicho Christen Rosen. Lo anterior se explica—siguiendo a esta autora—por la necesidad que tenemos los individuos de buscar nuestra identidad, en parte, en aquello que nos permita vernos a nosotros mismos como lo hacen los demás. Y es aquí donde lo que puede ser una fortaleza se convierte a la vez en una debilidad, pues la promesa de convertir las redes sociales en una opción informativa flaquea ante la cantidad de información irrelevante que se publica. En una nota difundida hace unos días por el diario La Nación se da cuenta sobre lo aburridas que se han vuelto Facebook y las demás redes sociales, justamente por esa cantidad de perorata y chismografía que ahí se ventila. Quizá lo más sorprendente e irrelevante sea encontrar comentarios en público de situaciones que antes estaban reservadas al ámbito privado (odios, amenazas, venganzas, gustos, aficiones, preferencias… usted escoge).
Sin embargo, con todo y el aburrimiento incluido, la adicción a las redes sociales hace que al usuario le resulte tan difícil dejar de usarlas. El testimonio de Paul Friedman, recogido en la nota periodística aludida, lo confirma: “El 99% de Facebook es una pérdida de tiempo (…) Si no fuera por ese otro 1%, yo cerraría mi cuenta”. Quizá en ese 1% al que se refiere Friedman está la utilidad de las redes sociales. Obviamente el usuario siempre será el soberano de lo que lee y de lo que escribe, pero a lo mejor, como en la vida real, muchas veces sea mejor pensar dos veces antes lo que se va a decir o escribir. Si insistimos en darle carácter “noticioso” a cuanta acción hagamos, vamos a desaprovechar la oportunidad de llamar la atención sobre aquello que verdaderamente vale la pena.