Enfermedades bajo observación
Enfermedades emergentes y reemergentes que se consideran inexistentes, que están controladas o supuestamente erradicadas, podrían manifestarse en distintos periodos y afectar a diversas poblaciones.Johnny Núñez/CAMPUS
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En 1992, el Instituto Nacional de la Salud de los Estados Unidos definió como enfermedades emergentes aquellas cuya incidencia se ha incrementado en los últimos 20 años, como por ejemplo las infecciones con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), nuevas cepas de virus influenza, el SARS, los Hantavirus, entre otras.
Las enfermedades reemergentes, por el contrario, se refieren al resurgimiento de enfermedades que aparentemente habían sido erradicadas o cuya incidencia había disminuido a niveles mínimos. Son aquellas que después de no constituir un problema de salud, resurgen a menudo de forma epidémica y pueden ser causadas por virus, bacterias, parásitos u otros patógenos, como por ejemplo el dengue, la tuberculosis o el paludismo.
Carlos Jiménez, virólogo de la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad Nacional (MEDVET-UNA), explicó que son diversos los factores que determinan la existencia de enfermedades emergentes o reemergentes. Uno de ellos podría asociarse con el abandono de los programas de vacunación, al considerar que el mal se erradicó y que ya no es necesaria su prevención. Asimismo, hay condiciones de infraestructura, económicas y hasta sociales que limitan la cobertura de los programas de vacunación.
“También, ocurre que algunos de estos agentes van ganando virulencia; es decir, se incrementa su capacidad de causar enfermedad o bien, como ocurre en el caso de algunas bacterias, ganan factores de resistencia a ciertos antimicrobianos. De ahí que los tratamientos usuales que se hacían con antibióticos dejan de ser eficaces”, explicó Jiménez.
Agregó que aunado a lo anterior se encuentra el aspecto de las condiciones ambientales, en especial el cambio climático, que promueve la aparición o reaparición de algunas enfermedades al propiciar, entre otras cosas, condiciones que generan un mayor número de reservorios y/o de vectores y se favorece la propagación de agentes infecciosos.
Sin fronteras
Jiménez destacó que estas enfermedades cobran importancia cuando afectan a poblaciones de individuos, ya sea humanas o animales, como especies de producción o de vida silvestre, por ejemplo la tuberculosis, la brucelosis o la influenza. El impacto en medicina veterinaria conlleva no solo la afectación de los animales, sino también la disminución de proteína de origen animal para la alimentación de las personas.
“También, tenemos enfermedades que se encuentran establecidas en otras regiones del mundo y que debido a factores como el comercio internacional y el turismo se trasladan a zonas donde antes no existían. Esta enfermedad, que era conocida en alguna parte del planeta, emerge de un momento a otro en una distinta región”, detalló. Un ejemplo de ello ocurrió hace algunos años con el Síndrome Agudo Respiratorio (SARS), originario de China, que cobró la vida a más de 800 personas y se propagó entre seres humanos a través de aerosoles, o bien lo que sucede actualmente con el Síndrome Respiratorio del Medio Oriente (MERS) en Arabia Saudita y algunos países de Europa.
De igual forma, el virus del Nilo Occidental surgió en los años 30 en Uganda, alcanzó Egipto e Israel en la década de 1950 y en 1999 se manifestó en caballos, aves de zoológico y de vida libre, así como en personas en Nueva York. Posteriormente, se diseminó por Norteamérica y América Latina.
Bajo el lente
Jiménez comentó que en materia de enfermedades emergentes y reemergentes en el país, y desde la óptica del laboratorio de virología de MEDVET-UNA, se ejecutan distintos proyectos, tanto desde el área de la investigación como de proyección a la comunidad, con los cuales se trata de ubicar los principales virus que afectan la salud de los animales y que eventualmente repercuten en las personas.
“A inicios del 2000 empezamos con proyectos de investigación tendientes a caracterizar los virus causantes de enteritis en animales, en especial rotavirus, que originan severas diarreas en animales neonatos o en infantes menores de cinco años. Como resultado de este estudio, determinamos que estos virus tienen la capacidad de ensamblarse con material genético proveniente de diferentes fuentes. Algunos segmentos genómicos de cepas de rotavirus identificados en animales tenían contrapartes en las personas”, indicó Jiménez.
El especialista expresó que en Costa Rica se tiene la historia de la evolución de rotavirus desde el 2000 hasta el 2012. Cada temporada predomina un virus diferente que causa problemas en la salud de las personas. Los principales brotes de rotavirus en el país se presentan en enero, febrero y a mediados de año, cerca de agosto.
Redoblar esfuerzos
Ante el panorama mundial de las enfermedades emergentes y reemergentes, Jiménez considera que se deben reforzar los planes de vigilancia y control. En este sentido, otros proyectos de investigación realizados por el laboratorio de virología con el apoyo del CONARE, permitieron establecer la presencia de infecciones por arbovirus en personas y animales, una enfermedad con síntomas nerviosos producida por alfavirus, como los virus de la encefalitis equina del este y encefalitis equina venezolana, o por flavivirus como el Virus del Nilo Occidental, las cuales son frecuentes en caballos de nuestro país.
Aseveró que los reservorios de estos virus son roedores y aves silvestres que transmiten la infección a personas y animales domésticos, a través de mosquitos de los géneros Aedes y Culex. La prevención de estas enfermedades requiere la vacunación de los equinos, eliminación de los criaderos de mosquitos y la protección de las personas mediante el uso de ropa adecuada (camisas y pantalones de manga larga) y repelentes.