De Sudáfrica al OVSICORI
Johnny Núñez/CAMPUSjnunez@una.cr
Joost Maarten de Moor, de origen inglés pero ciudadano sudafricano por más de 18 años, se graduó con honores como doctor en Ciencias de la Tierra en el Instituto de Meteoríticos (Institute of Meteoritics), del Departamento de Ciencias de la Tierra y Planetarias de la Universidad de Nuevo México Albuquerque, Estados Unidos. En la actualidad se desempeña como geoquímico con especialidad en procesos de desgasificación de fuentes magmáticas, medición in situ y remota de volátiles magmáticos, especiación de fluidos en vidrios volcánicos (inclusiones magmáticas), investigación de isótopos y modelado geoquímico.
Moor, de 34 años de edad, trabaja aquí en el área de geoquímica del OVSICORI-UNA, en investigación y monitoreo de los volcanes de Costa Rica. Gracias a su experiencia, está desarrollando proyectos en gases volcánicos y varias plataformas instrumentales para el monitoreo continuo en tiempo real de cambios en la composición y el flujo de los gases emitidos en el Turrialba y el Poás.
Pasión volcánica
Este amante del surf y de los patacones indicó que su doctorado se enfocó en el estudio de cuatro volcanes: en Nicaragua el Masaya y Cerro Negro, en Sudáfrica, Erta Ale en Etiopía y Oldoinyo Lengai, en Tanzania. Parte del estudio de estos colosos se enfocó en los gases volátiles, estableciendo una relación entre magma carbonatítico y magmas silicios en el volcán Oldoinyo Lengai. Destacó que esto es muy importante para conocer el comportamiento en los magmas, los cuales presentan las concentraciones de carbono más altas del mundo.
Asimismo, en Nicaragua y Etiopía se enfocó en el análisis del azufre, así como los procesos de desgasificación, ya que es muy importante y el único gas que se puede medir con aparatos remotos.
No es la primera vez que Moor trabaja en Costa Rica. En el 2009 realizó mediciones y muestreo de gases en los volcanes Poás y Turrialba y, como dato curioso, cuando el terremoto de Cinchona, el 8 de enero, se encontraba con un grupo de científicos en el domo del cráter del primero.
“En ese momento sentí mucho miedo porque todas las paredes del cráter estaban colapsando y no sabía con exactitud si el sismo era de origen volcánico. La salida del cráter fue muy difícil, ya que nos tomó más de seis horas salir del cráter, pues el sendero original quedó destruido por el terremoto”, recordó Moor.