La casa por la ventana
Los dinosaurios
Carlos Francisco Monge |
Aquellas historietillas nos divertían de niños y nos divierten aún, porque su deliberado anacronismo –oh paradojas del humor bien concebido– implicaba también un esfuerzo por estar al día, al tanto de la historia: un presente que era a la vez un pasado y un futuro. Así, los queridos cavernarios aquellos disponían de teléfonos, dictáfonos, televisores, máquinas para el césped, autos, lavadoras, grúas, aspiradoras y cien objetos más. Era la superposición, absurdamente cómica, entre la Edad de Piedra y los tiempos que corren.
Los dinosaurios, efectivamente, se extinguieron en el período cretácico, que en modo alguno guarda vínculos con la aparición del homo sapiens, ni con sus congéneres antepasados. Por ello, a los creadores de la serie cómica no se les puede pedir exactitud o verosimilitud históricas; más bien, y en cualquier caso, cierta estructura de sentido, que la tenían sin duda. Al artista no se le exige la verdad, sino la coherencia.
En nuestra época y en las circunstancias concretas –ya no tan divertidas ni en plan de entretenimiento– esa ocurrencia de intercalar un pasado lejano y extinto con el presente en movimiento no tiene oportunidad alguna. No se vive, en sentido estricto, del ayer, aunque es cierto que de él suelen extraerse experiencias, enseñanzas, lecciones y ejemplos.
Al parecer, estos días de vientos costarricenses electorales (los recientes y los que se aproximan), nos están empujando a una renovación integral: en las estructuras del poder político, en el estilo de ejercerlo, en examinar nuestro pasado con respeto, mas no como si fuese un modelo sagrado o intocable, en adoptar el presente como nuestro deber y como una tarea de recomposición, según las condiciones actuales. Pero, además, proyectarnos al futuro, imaginándolo creativamente. Ya no con la candidez estrafalaria de los Picapiedra, sino con la certeza de que no se vive con la nostalgia del pasado; además, con la determinación de cumplir hoy mismo tareas esenciales: en lo político, en lo social, en lo científico, en lo académico, en lo mental.
Estos nuevos aires que corren limpian la atmósfera y al mismo tiempo nos advierten de que son días para renovar fuerzas y ánimos. Los dinosaurios de los Picapiedra fueron una divertida ficción; los otros ya se han extinguido.