El 7º arte testimonia e impulsa el cambio que consagra la diversidad
El 38º Festival Internacional de Cine LGBT de San Francisco destaca por su calidad y vigencia.Gabriel González-Vega (*) para CAMPUS
“There is a new generation with a new explanation.” The Mamas & The Papas
Si bien las películas (231) suman premios (la venezolana Azul y no tan rosa ganó el Goya) y nombres célebres (Tilda Swinton, Robin Williams, Christina Ricci, Hillary Swank, Annie Lennox, George Takei), son creaciones alternativas y su fuerza son las historias, intensas y veraces; no la parafernalia. Los 67 mil espectadores confrontamos miradas sagaces y humanistas que desde la diversidad sexual y de género exploran sin temor la condición humana en su inagotable riqueza.
Cambia el Bº Castro, sede del Festival, menos provocativo porque se ha ganado respeto en derredor; cambia la legendaria ciudad, que afina su riqueza natural, cultural e histórica, y se mantiene como emblema de libertad (es un deleite recorrerla y admirar su variedad y su legado); se fractura el mundo entre los que luchamos por la libertad y las formaciones políticas y religiosas que la suprimen.
Muchos de los filmes revelan las batallas de jóvenes que labran su identidad entre los estímulos y los obstáculos de un mundo convulso, lidiando con la homofobia, la misoginia, el racismo y otras agresiones institucionalizadas. Como nuestros estudiantes, que hallarían en estas obras ejemplo y aliento en su “coming of age”.
El corto brasileño Quiero volver solo a casa se ha visto casi 4 millones de veces por Internet; Daniel Ribeiro amplió su hermoso relato sobre la amistad y el amor entre dos chicos y una chica. Su nuevo título The Way he Looks (¿Cómo se ve/Cómo mira?) hace un juego de palabras con el protagonista ciego. Sencillo, eficaz; toca el alma. Basta el carisma de actuaciones naturales y entrañables, el humor ingenuo y la música oportuna; la buena fe delante y detrás de la cámara. Es un dulce canto a la ternura, que se agradece, y arrincona el miedo y sus secuaces. Premiado en Berlín, mereció el Premio del Público, enamorado de esa inocencia que tanto añoramos.
En Blackbird, un bondadoso muchacho evangélico canta góspel en Mississippi y debate su estricta moral con fantasías homoeróticas. Su hermanita desaparece y la madre lo atribuye a sus deseos pecaminosos. Mo’Nique, luego del Oscar por Preciosa, eligió la adaptación de esta novela de Larry Duplechan para encarnar a una mujer cegada por los prejuicios y la ira. El director Patrick Ian-Polk demuestra pericia y logra un filme agradable y perspicaz, que ilumina las discusiones sobre sexualidad entre los afrodescendientes.
Out in the night (Afuera/Salida en la noche) es un dramático documental que indaga siete años en la vida de “Las cuatro de Jersey”, negras lesbianas acosadas por un tipo que deseaba “violarlas para enderezarlas” (screw them straight) y las acusó de agredirlo al defenderse ellas. Un bochornoso proceso racista las llevó a la cárcel, en medio de una campaña de prensa que las estigmatizó como “Gang of Killer Lesbians”.
Un incidente sobre un ladronzuelo apaleado llevó a Diego Araujo a observar en Feriado los conflictos sociales en Ecuador desde la perspectiva de un chaval sensible, poeta que en silencio repudia su familia burguesa acostumbrada al abuso, para acercarse a la serranía quechua en su coqueteo con un rudo metalero indígena que la suda para sobrevivir. Magníficamente orquestada, fluye y conecta temas psicosociales y paisajes con destreza y buen gusto admirables.
Secuestrado para Cristo es un título paradójico; cinco años de trabajo y escarceos legales llevaron a la amable Kate Logan a replantearse su misión. Evangélica ferviente, viajó a República Dominicana para documentar la Escuela Caribe. A esta, como a muchas alrededor del mundo, padres adinerados llevan a la fuerza a sus hijos adolescentes para internarlos en campos de concentración donde mediante terapia de shock cultural (trabajos forzados, humillaciones y castigos atroces), los “educan”. A algunos porque consumen drogas; a otros, como al protagonista, alumno de honor, lo raptaron debido a que confesó a sus padres ser gay. El billonario negocio, con profesores que ni siquiera dominan las asignaturas, se hace con la complicidad de leyes deficientes, familias ignorantes y campañas de odio que también sufrimos aquí. Espeluznante testimonio que las personas decentes deben conocer pues esta maldad disfrazada de moral –dinero de por medio– logra cautivar a muchos y perpetuar los horrores.
El transgresor canadiense Bruce La Bruce pinta con sorprendente delicadeza un tabú radical en Gerontofilia, donde la genuina atracción de un joven por los ancianos desafía creencias arraigadas y su noviazgo con una revolucionaria de verbo encendido. Contada con humor y agilidad, vertida de cariño, actuada con gracia, amplía las fronteras de los afectos humanos.
Aprendimos y disfrutamos muchísimo; hay que abrirse al arte, siempre. Somos lo que sabemos; ni más ni menos. Parafraseando a George Lucas, “Que el cine los acompañe”.
*Académico del Centro de Estudios Generales, UNA