Lluvias de Talamanca: de la tragedia al tesoro
Gerardo Zamora B. /CAMPUSgzamorab@una.cr
¿Puede un pueblo entero convertir el exceso de lluvias en aliado? El Instituto de Estudios Sociales en Población de la Universidad Nacional (Idespo-UNA) parece haber encontrado la llave: a punta de participación comunitaria, tres proyectos intentan rescatar el “lado amable” de una naturaleza dadivosa.
Canoas salvadoras
Desde que Idespo implementó los SCALL en Talamanca, siete en total, los aguaceros son señal de buena noticia, más aún de cara a la sequía, cuando el suministro de agua no es el mejor. “En verano teníamos que caminar media hora hasta la quebrada, buscando agua, para traerla en baldes, ahora con este sistema, ya tenemos a la mano, eso sí guardamos alguito desde invierno”, dice don Arnulfo Peñaranda, indígena bribri.
El impacto es aún mayor cuando un mecanismo de purificación adicional, instalado al final del proceso, convierte el agua de lluvia en apta para el consumo humano. Esto es una realidad en la Escuela Finca Costa Rica, en Sixaola: “aquí los niños pueden llenar y llevar botellitas a sus hogares, queremos ser solidarios, y para la cocinera es un recurso valiosísimo”, asegura Yancy Rojas, directora de esa escuela.
El espejo de una inundación
¿Qué lecciones salen a flote tras una inundación?, ¿puede un pueblo fortalecerse luego de una emergencia natural? La experiencia de un proyecto SCUCA en atención al cambio climático y prevención del riesgo, desarrollado en Sixaola, demuestra que sí. Para Idespo, las inundaciones son capaces de activar cualidades tal vez ocultas; una de ellas tiene que ver con la capacidad de las comunidades de conocerse a sí mismas, y prepararse para enfrentar el riesgo.
Esta iniciativa pretende censar, casa por casa, los barrios más vulnerables, y articular grupos organizados para mejorar la respuesta ante próximos inviernos: “capacitamos a seis comunidades del valle de Sixaola; a través de talleres, las censamos, con ayuda de los mismos vecinos. Es importante conocer la composición de cada hogar, si hay adultos mayores o personas con alguna discapacidad, las características de las viviendas, de tal manera que cualquier intervención en plena emergencia sea efectiva”, sostiene Nelly López, coordinadora del Programa Horizontes Ambientales del Idespo.
Entonces, la inundación y, particularmente estos proyectos preventivos, pasan a ser un “espejo”, que le permitirá a cada comunidad verse a sí misma, conocerse, explorarse. “La respuesta de la gente ha sido muy buena, nos abren sus puertas, están muy interesados en organizarse”, enfatiza Marianella González, asistente del Idespo.
Tesoro bajo tierra
Los intensos inviernos han hecho de Talamanca un paisaje de una riqueza hídrica casi única, clave para las siguientes generaciones: ríos, quebradas, lagos, nacientes, mantos acuíferos. Sin embargo, algunas prácticas resultan una amenaza; quemar desechos, enterrarlos o acumularlos de forma superficial cerca de cuerpos de agua.
El proyecto de manejo integral de residuos sólidos, impulsado por Idespo, resuelve el dilema de no saber qué hacer con la basura. A través de talleres impartidos en comunidades indígenas como Amubri, personal de la UNA refresca entre sus pobladores, aquella ancestral visión de que el planeta es nuestro hogar: “en dos años les hemos capacitado con técnicas sobre lo que deben hacer en sus casas, para que clasifiquen los residuos. Esto se complementa con la recolección que la municipalidad de Talamanca hace con sus camiones”, dice Jacqueline Centeno del Idespo.
“Estamos muy agradecidos, nuestra madre tierra, su agua, lo va a estar más”, concluyó Flor Gallardo, indígena de Amubri. Así lo entiende en Talamanca su gente, integrada de lleno en los proyectos que Idespo lidera en esta región históricamente relegada. Los últimos estudios la siguen ubicando como uno de los cantones más desfavorecidos. En el tema de desarrollo humano, durante el 2011, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) lo coloca en el penúltimo puesto, entre 81 cantones, solo por encima de Alajuelita. Hoy, parece sacudirse de esas etiquetas, como doña Dolores sacude su paño rojo.