Un modelo desequilibrado que ha subsistido
Rafael A. Díaz Porras(*)rafael.diaz.porras@una.cr
Recién ha sido puesto en circulación el libro Análisis macroeconómico de la estrategia de desarrollo costarricense (en www.franciscoesquivel.com), cuya lectura permite reflexionar en varios aspectos que me permito señalar. El libro constituye una aproximación de un estudioso de la macroeconomía, desde una perspectiva de desarrollo, en lo que denominaríamos una aproximación a la historia económica de Costa Rica. Una discusión muy oportuna, cuando en los análisis macroeconómicos y del desarrollo se quedan en el muy corto plazo, lo cual es necesario, pero insuficiente.
Se realiza un análisis didáctico de la macroeconomía, que le permite superar las barreras hipertécnicas que en otros abundan, pero que en este caso permite profundizar en aspectos claves del desarrollo. La historia económica de Costa Rica, el autor la aborda distinguiendo tres etapas exportadoras: La etapa I: período oligárquico-transnacional; etapa II: el crecimiento del mercado interno basado en el acuerdo político nacional y en el entorno mundial favorable; etapa III: la expansión de las exportaciones con enfoque aperturista. Interesante es que, al centrarse críticamente con respecto a las etapas centradas en la exportación, muestra que la etapa III ha llegado a un resultado, por un lado satisfactorio como proceso exportador, pero insatisfactorio en términos del desarrollo, que lo lleva a calificar el modelo como insolvente.
Al respecto, hay consenso en relación con el límite alcanzado por el modelo exportador actual. Por una parte, la posición que el autor denomina liberal, ve la superación del estancamiento mediante la profundización de la apertura, centrada en una preocupación por el crecimiento. Por otra, el autor, sin alejarse de esa crítica y sin renegar del motor exportador requerido por una economía minúscula como la costarricense, retoma elementos que en la historia de Costa Rica han sido claves:
Primero, desempolva el planteamiento de Rodrigo Facio que en su momento reivindicó el papel de mercado interno, necesario ingrediente para el desarrollo, junto con la inserción exportadora de la economía. Segundo, igual que Rodrigo Facio, el autor devela que el crecimiento exportador no se derrama automáticamente a todos los sectores de la economía. Por lo tanto, el efecto derrame o el disfrute del éxito exportador por los ciudadanos requiere de políticas productivas y sociales. Tercero, aunque tenemos políticas sociales, lamentablemente son aplicadas ineficiente e insuficientemente. Junto a ello, las políticas productivas que promuevan el espacio de los sectores nacionales han estado ausentes.
Interesante en el análisis es observar la demanda interna como una especie de catalizador del desarrollo nacional: alta demanda por bienes de consumo importados que reflejan baja capacidad competitiva para disputar el mercado interno, y por lo tanto, para agregar un motor con más fortaleza para el desenvolvimiento de la economía nacional.
Finalmente, es importante puntualizar que Francisco Esquivel debate desde un enfoque neoestructuralista, posiblemente ecléctico, mas en términos modernos con el enfoque aperturista, el cual, ante cualquier objeción, no duda en calificar de trasnochadas las alternativas que les contradiga. Frente a ello, se plantea el desafío de que las alternativas que superen el modelo insolvente que estamos observando, deben pasar por disponer del motor exportador y el motor de dinamismo interno que garantiza estabilidad económica y social, en términos de la gestión de las ventajas competitivas y el desarrollo de la persona, sobre lo cual sería interesante que en su agenda futura profundice en su elaboración.
(*) Académico Cinpe-UNA