Día Mundial del Aire Limpio
Arlette Pichardo Muñiz (*)El tercer jueves del mes de noviembre se celebra el Día Mundial del Aire Limpio, momento propicio para preguntarse: el aire, ¿bien transable? Antonio Machado (1875-1839), conocido especialmente por “caminante no hay camino se hace camino al andar”, que Joan Manuel Serrat populariza y sirviera de inspiración a Édgar Morín para su monumental obra El Método, también escribió “todo necio confunde valor con precio”.
Con ese pasaje viene a mi memoria la más inspiradora clase de economía a la que haya asistido jamás. Había contratado a un técnico del barrio para reparar una refrigeradora y ante la inquisidora pregunta ¿en cuánto cree qué se puede vender? Me contestó, no sé si usted sabe que hay varios precios: el “irrealizable”, esa refri vale mucho, es la “mejor” marca del mundo; el “sentimental”, esa refri era de mi abuelita; y el “posible” a cómo se venden las nuevas. Efectivamente, la racionalidad individual, la emocionalidad compartida y el mercado que dicta un precio sin importar el valor.
Ronald Coase, Premio Nobel de Economía 1991, según la Real Academia de las Ciencias de Suecia, por su descubrimiento y clarificación del significado de los costes de transacción y los derechos de propiedad para la estructura institucional y el funcionamiento de la economía, en el postulado del teorema bajo su nombre (Teorema de Coase) afirma que la intervención del Estado no resulta necesaria para corregir las externalidades, allí donde las leyes de propiedad están claras, pues la negociación entre las partes se resolverá positivamente. Empero, como pregunta el economista español José Carlos Díez, autor de Hay vida después de la crisis y de La economía no da la felicidad pero ayuda a conseguirla (2015, p. 187) ¿quién puede ponerle precio al aire? pues no es posible delimitar su propiedad.
En México D.F. y en Santiago de Chile, para mencionar a América Latina, como en Tokio, Shanghái y otras ciudades, hay personas que para salir a las calles necesitan usar mascarillas o tanques de oxígeno. “Quien contamina paga”, introducido como principio del derecho internacional, “topa con cerca” (como se dice en Costa Rica) y se estrella contra su propia simplificidad, pues ¿será que mientras se pueda pagar se tiene derecho a contaminar con independencia del valor del bien? Hazel Henderson, quien se autodefine como una futuróloga autónoma independiente, cuenta que inicia su “cruzada” por el aire limpio, siendo una ama de casa que un día regresa de un parque con su hija con la piel toda manchada de hollín, empieza a dialogar con sus vecinas y aprovecha la hora de la siesta para mandar cartas a las autoridades políticas y la respuesta del alcalde que se trataba de “bruma que provenía del mar” gatilla la fundación de “Ciudadanos por un aire limpio” ¿Será posible emular ese ejemplo para celebrar como corresponde el Día Mundial del Aire Limpio? Ciertamente, el aire no es un bien transable, pues corresponde a todo el cosmos.
(*) Académica Cinpe-UNA