A mi chiquito
Johnny Núñez Z. |
Por eso, en esta ocasión, no me referiré a la injusta y descarada sentencia impuesta contra los hombres por algunos jueces de la República, en materia de pensiones alimentarias que busca favorecer y hasta gratificar de por vida a la madre y sus hijos con montos exorbitantes e impagables.
Más bien quiero dar vuelta al cassette y dedicar estas líneas a mi chiquito, claro con su permiso y el debido respeto, pues es una frase propia del ser más amado de su vida y que sus congéneres más cercanos la adoptaron.
Pero, ¿quién es mi chiquito? Para ser honesto me ha tomado cerca de una década conocerlo a profundidad. Sin embargo, aquel día cuando tuve la oportunidad de compartir sus raíces lo comprendí mejor. De repente…, se apagaron las luces y una secuencia de imágenes recorrió la vida de mi chiquito. Soy sincero: en algunos momentos me apretaba un nudo en la garganta al punto que me costaba digerir el elipsis que degustaba.
No me cabe duda que mi chiquito es muy valiente, porque desde joven, como se dijo algún momento, abrió sus alas y emprendió un vuelo supremo e incluso rompió un paradigma al que la sociedad nunca vio con buenos ojos. Pero eso no fue un obstáculo para que mi chiquito cumpliera sus metas y sueños, y hoy esté donde está.
Ese día, su gran día, ver a mi chiquito era un reflejo de inocencia, empezando por su vestimenta que me recordó al ratón vaquero al compás de las canciones de Cricrí. Bailó, cantó y disfrutó como nadie se lo podría imaginar, claro bien merecido, pues el reloj de arena había llenado el primer recipiente y ahora había que girarlo y empezar la cuenta de nuevo.
Al filo de la noche, un guayacán real, sombrero negro de copa, me invitó a escuchar algunas remembranzas y consejos que solo él puede dar. “Al igual que mi chiquito veo que usted es titulado, pero cada quien en su campo. De seguro usted no sabe cuándo y cómo sembrar una mata de café, ni yo sé de esas cosas que usted hace en su trabajo, lo cierto es que compartimos este ratico porque nos une el respeto, la humildad y la honradez”.
Sabio comentario que reafirmó quién es mi chiquito; el porqué de sus valores y principios y por qué nuestras decisiones en la vida deben ser de un solo tono y no a medias tintas.
Agradezco a la vida por permitirme conocer y aprender cada día de mi chiquito. Ojalá celebremos cuando, de nuevo, se llene el recipiente de su reloj de arena.