Un ¿nuevo? rostro de la política social
Arlette Pichardo Muñiz (*)apichard@una.cr
La política social, así en singular para evitar disyunción, interés y objeto de atención de los estados nacionales, es una creación, o si se quiere un legado, de principios del siglo pasado, pues como política pública su ejercicio requiere una voluntad política que confiera legitimidad, diría Max Weber, y movilice recursos de poder.
Los usos del concepto, desde que se presume lo utilizara Robert von Mohl y la clasificación pionera de Richard Tilmuss, transitan por diversos estadios o momentos, atravesados por su condición de subsidiariedad a la visión convencional de la política económica (centrada en política fiscal y política monetaria) con “anclaje” en la concepción de desarrollo vigente. En la versión sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor de Winston Churchill hace de “ambulancia”. Amartya Sen la contraviene con el desarrollo humano y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) promueve bajo el slogan del desarrollo de la gente, por la gente y para la gente, desde ahí oportunidades y capacidades pasan a ser conceptos consustanciales a la política social.
En América Latina y el Caribe, la política social transcurre desde la gratuidad de la educación pública, la creación de hospitales, la previsión o seguro social, el asistencialismo social (hermosamente descrito por Tomás Eloy Martínez en Santa Evita), pasando por las campañas de alfabetización, vacunación masiva, repartos de tierra y otras medidas con la Alianza para el Progreso, hasta su desplome con la crisis económica-financiera de la década perdida (como la llamó Cepal) y la “apuesta” por el trickle down (efecto goteo), y su resurgimiento y vigencia actual bajo el alero de la protección social. Concepto impulsado por la Comisión de Desarrollo Social del Consejo Económico y Social, transfigurado por la OIT con el piso de protección social y por el Banco Mundial en la metáfora del salvavidas a trampolín, a partir del manejo de riesgos y ampliamente conceptualizado por la Cepal desde un enfoque de derechos como parte de un entramado más amplio.
A contrapelo con la otrora prestación de servicios sociales, la política social en el continente hoy muestra un rostro diferente, vía la generalización de programas de transferencias monetarias (con o sin condicionalidades), la ampliación de los regímenes subsidiados o no contributivos de la seguridad social y la introducción de la versión moderna de Programas de Apoyo al Empleo (Work Fare) ¿Imposición de organismos multilaterales? Ciertamente, pero no es tan simple. Más allá de la crisis, la heterodoxia de la política económica revalida el papel del dinero y su capacidad de compra, la pobreza no es “negocio” (claro, restringe el consumo) hace eco en el discurso de gobernantes; y, en buena medida, en los objetivos de Desarrollo del Milenio.
Brasil, México, Chile, Perú, República Dominicana, entre otros países, muestran un balance favorable en inversión humana, normativa, institucionalidad, gestión y evaluación de la política social. Este ¿nuevo? rostro de la política social ¿será que mira mejor la desigualdad?, tema que atraviesa la historia de la humanidad y que Thomas Piketty, haciendo uso de una contundente base de información, pone en el tapete recientemente. Esta es una de las interrogantes que el Cinpe, en su 20 aniversario, quiere plantear en un debate animado con la visita del Dr. José Luis Osuna, catedrático de la Universidad de Sevilla y esperamos también con la participación de las actuales autoridades de la política social en Costa Rica.
(*) Académica Cinpe-UNA