La vida sexual de Jesús: el poder de preguntar
Gerardo Zamora Bolaños / CAMPUS |
¿Fue Jesús sexualmente activo? Esa fue la pregunta que se hizo Guillermo Silva, doctor en filosofía de la Universidad Autónoma de México (UNAM), de paso por nuestro país hace algunas semanas, a propósito del Congreso latinoamericano sobre religión y etnicidad, organizado en la Universidad Nacional (UNA). Su interrogante derivó en una investigación que arrojó interesantes resultados: Jesús pudo haber establecido una relación heterosexual con María Magdalena; homosexual con Juan, su discípulo amado, e incluso bisexual, si se consideran ambas hipótesis. Silva arriba a esas conclusiones, luego de un análisis de pasajes bíblicos, antiguos evangelios y escritos no avalados por la Iglesia Católica, y alguna otra documentación.
No pretendo -menos aún en una columna de dos mil caracteres- dilucidar si el señor Silva dio en el clavo o no (me confieso fan de un Jesús más humano -¿sexuado?, ¿inclusivo?-, ese que se comía broncas por entrar a la casa de cobradores, defender adúlteras y prostitutas, y entrañar con pescadores). Lo que sí defenderé a capa y espada, es el valor que reviste para el crecimiento del ser humano, su capacidad de preguntar, dudar, cuestionar. Es la llave de entrada para el formidable paraíso del debate, de la sana discusión, de la rica polémica y de la investigación misma (y fue lo que Silva hizo).
Sin embargo, el ejercicio de preguntarse (esa buena costumbre de repetirse al oído "¿y por qué no?"), necesita de valientes, ¡escuderos dispuestos a todo! Porque en muchas ocasiones dudar e interrogarse, significa desafiar el discurso oficial, ese que sostenemos en público a fe de sentirnos parte de las mayorías y evitar el señalamiento y la hoguera (espiral del silencio; Noelle-Neumann), aunque en la intimidad opinemos o sintamos diferente. ¿Y cómo no va a requerirse de escuderos, si la chota, la amenaza, el moralismo dogmático serán los dardos recurrentes para descalificar y silenciar a quienes duden y difieran?
Como comunicador, pienso que tenemos al respecto una tarea tan pesada como la biblia, tan solitaria como un viernes santo.