Antes del ejercicio valore su capacidad

Johnny Núñez/CAMPUS
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Gustavo Rivera, coordinador de UNActívate indicó que el aumento de peso se da en forma lineal, mientras que la pérdida es de manera escalonada y lenta.

Pasó diciembre y con él los derroches y excesos alimenticios. Inició un nuevo año y desde la media noche del 1 de enero afloran una serie de propósitos para el año que recién marca sus primeros minutos; uno, que comúnmente se escucha, es el de afiliarse a un gimnasio para perder los kilos ganados a fin de año para en poco tiempo transformarse en un "chico o chica Fitness". No obstante, más allá de las buenas intenciones lo primordial debe ser la salud.

Gustavo Rivera, promotor de la salud y coordinador del proyecto UNActívate, que se ejecuta desde la Vicerrectoría de Administración de la Universidad Nacional (UNA), explicó que en primer lugar la persona debe concientizarse en mejorar la salud e identificar sus capacidades y si no se conocen, como sucede en el 90% de los casos, hacer una evulaución médica para saber de dónde partir.

Agregó que la mayoría de estas personas se rehusa a la evaluación por considerar que está con sobrepeso y que más adelante se realizará el chequeo: "todo lo contrario, lo esencial es realizar la evaluación para programar, con una sana alimentación, la rutina de ejercicios", explicó Rivera.

Expresó que la gente pretende una transformación inmediata, casi de manera mágica en su estilo de vida, que le proporcione los cambios deseados y cuando esto no sucede viene la frustración y la deserción de algo que pudo ser muy positivo.

El coordinador de UNActívate comentó que la persona debe tomar en cuenta que perder 10, 20 o hasta 30 kilogramos no se logra en ocho ni en 15 días, pues los primeros resultados se notarán dentro de seis meses a un año de entrenamiento. "En el momento que la persona supere ese periodo de entrenamiento habrá una adherencia al ejercicio, pero siempre respaldado por una sana alimentación.

Evaluación y control

Rivera recomienda que primero se debe hacer una planificación de lo que se quiere y puede hacer, en tiempo real, no en tiempo imaginario o deseado. "Regularmente las personas dicen haré ejercicio, dos horas todos los días. Aunque la intención es noble no se ajusta a la realidad y después de dos semanas se acabó el ejercicio por los compromisos laborales, personales y el desgaste físico. Nuestro cuerpo necesita adaptarse a los cambios gradualmente y más no es sinónimo de mejor".

Lo segundo es realizar actividades que agraden y se puedan hacer, ya que es común escuchar comentarios como: "lo único que me gusta es el fútbol, pero tengo las rodillas dañadas y no puedo". En este caso, recomienda buscar asesoría para entender la lesión y ajustarse a ese nuevo estándar de vida.

Recalcó que el ejercicio y el movimiento mejoran la calidad de vida, y más que eso, la calidad de los años vividos, lo que se traduce en menor dependencia de medicamentos, mayor autoestima e independencia para realizar las actividades de la vida diaria.