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Costa Rica repite sus fallas

Costa Rica sufre los embates de un terremoto. El 8 de enero una parte del territorio nacional fue azotada por la naturaleza y desde entonces, ahí han estado especialistas de la UNA. Mientras la zona inicia un proceso de regeneración, que tomará varios años, pareciera que el país sigue repitiendo los mismos errores que hacen que las consecuencias de un evento natural como este se multipliquen por la falta de planificación o desatención a la recomendación de los expertos.


Un país sobre fallas

Johnny Núñez /CAMPUS
jnunez@una.ac.cr




Un sismo, temblor, o terremoto es una sacudida de terreno, ocasionada por fuerzas que actúan en lo interior del globo. Sin embargo, su origen podría estar ligado con volcanes o bien con una falla tectónica, tal y como ocurrió en el terremoto de Cinchona del 8 de enero del 2009.

Jorge Marino Protti, sismólogo del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica, (OVSICORI) de la Universidad Nacional (UNA) explicó a CAMPUS que una falla es una fractura en la corteza terrestre, a lo largo de la cual se da un desplazamiento entre bloques. En el momento en que los bloques separados por esa fractura se mueven, se considera como falla, de lo contrario es solo una fractura.

“Para decir que una falla es activa se requiere que sea de sismicidad o se require un trabajo de campo que confirme movimiento a lo largo de esa falla, en los últimos miles de años. Se han cartografiado estructuras que, al no cumplir esas condiciones, no pueden ser consideradas fallas activas”.

Según el sismólogo, las fallas locales en Costa Rica son muy cortas, no mayores de 30 km. Algunas fallas no presentan manifestación en superficie porque están o sepultadas por materiales recientes o porque los procesos de meteorización y erosión borran su traza. La profundidad, a la que las fallas pueden producir temblores, no sobrepasa los 25 km, debido a que a esa profundidad las condiciones de temperatura hacen que los materiales de la corteza terrestre no sean frágiles, sino que se deformen en forma plástica.

EN BREVE: FALLAS

Una falla, es una discontinuidad que se forma en las rocas superficiales de la tierra por fractura, cuando las fuerzas tectónicas superan la resistencia de las rocas. La zona de ruptura tiene una superficie generalmente, bien definida denominada plano de falla y su formación va acompañada de un deslizamiento de las rocas, tangencial a este plano.

Fuente: Wikipedia

Arcilloso e inestable

La tendencia general, en la zona en donde se presentó el terremoto del 8 de enero, es que las fallas tienen orientación noreste suroeste o noroeste sureste, las cuales obedecen a patrones de fallas conjugadas ubicadas entre o en la base de los volcanes, tal y como sucede en el Valle Central y el resto de Centroamérica.

Protti enfatizó que la magnitud de un sismo depende de qué tan grande sea la falla y cuánto deslizamiento ocurra, al momento del evento. En fallas de más de 100 km de longitud, éstas podrían generar sismos mayores a los 7 grados en la escala Richter. En cambio, en el caso de la falla Vara Blanca-Cinchona, cuya longitud es menor de 15 km, la magnitud máxima de los sismos que puede generar es cercana a los 6 grados. En este caso, por el tamaño de la falla y la magnitud registrada, no podría haber otro sismo de magnitud similar en el futuro cercano.

Una de las ventajas en Costa Rica es que a pesar de que hay muchas fallas, estas se presentan segmentadas y no como una sola falla continua. En la continua no solo se generarán sismos más grandes, sino también se facilita que el deslizamiento o un sismo, en una parte de la falla, dispare actividad en otra parte de esa misma falla.

En cuanto al porqué de tantos daños en el terremoto de Cinchona, cuya magnitud fue de 6,1, el sismólogo del OVSICORI detalló que la causa obedece a tres factores. En primer lugar, la profundidad del temblor; en segundo, la fuerte pendiente y por último, las características del suelo. La energía de las ondas sísmicas disminuye muy rápido con la distancia y es por esto que sismos profundos no producen tanto daño. Por el contrario, si el sismo es superficial, las ondas sísmicas llegarán a la superficie aún con mucha energía. “En nuestro país, a excepción de algunas zonas costeras, los suelos son muy arcillosos e inestables producto de la exposición de las rocas a fuertes cambios meteorológicos como alta temperatura y humedad. Además, muchas zonas están cubiertas por cenizas volcánicas, que ya de por sí son inestables.

Catástrofe en ciudad

Si el sismo del 8 de enero, hubiese ocurrido a mayor profundidad en una región plana y rocosa, en una zona no tropical, no habría manifestado los daños de Cinchona, cuya característica primordial fue el deslizamiento de laderas.

Protti indicó que si el evento de Cinchona se traslada a un área más poblada con las mismas características, aún sin las pendientes y las condiciones arcillosas de suelo, las aceleraciones generadas serían destructivas. Ejemplo de esto fue el terremoto de Cartago de 1910, en el Valle del Guarco.

En otras naciones del istmo, eventos de esta magnitud ocurrieron, entre otros, en Managua, Nicaragua en 1972 y en San Salvador en 1985 y en el 2001.

País sísmico

Las regiones que producen grandes terremotos en el país en términos de magnitud se encuentran bien identificadas. Estos ocurren en el Caribe, al sur de Limón, por debajo de la Península de Nicoya y por debajo de las Penínsulas de Osa y Burica. Sin embargo, como se ha documentado en el pasado, no se requiere un sismo de gran magnitud para producir una catástrofe. Por ejemplo un sismo de 6,5 grados en la falla que va de San Antonio de Belén hasta Cartago, podría causar más daños que un temblor de 7,3 grados en Punta Burica.

Las más grandes

El especialista explicó que en términos de fallas grandes que producen terremotos muy superficiales, en el continente americano, se encuentran la falla de San Andrés, en California y el conjunto de fallas Chixoy- Polochic-Motagua, en Guatemala. Dentro de estas se incluye el sistema de fracturas de Panamá, aunque este último se localiza bajo el fondo oceánico.

Protti no descarta que Costa Rica pueda desarrollar una falla como las anteriores; sin embargo deberán transcurrir millones de años. “La colisión de litosfera joven que empezó a introducirse por debajo del sur del país, hace unos 5 millones de años, junto con la colisión de la cordillera oceánica del Coco, frente a la península de Osa, están provocando la generación de fallas que cortan al país y que en el futuro geológico evolucionarán a un sistema similar al de San Andrés.

Todos estos eventos a lo largo del arco volcánico y la zona de subducción entre las placas Cocos y Caribe, lo que pretenden es mantener un equilibrio en la corteza terrestre.

TERREMOTOS EN 10 AÑOS

Sismos de 1999 a 2009 que causaron daños en Costa Rica

Fecha Ubicación *Magnitud
20 de agosto de 1999 Sur de Quepos 6.9
25 de diciembre de 2003 Punta Burica 6.5
04 de febrero de 2004 Punta Burica 6.1
20 de noviembre de 2004 Damas 6.4
26 de mayo de 2008 Punta Burica 5.6
08 de enero de 2009 Cinchona 6.1
*Magnitud en escala de Richter.
Fuente: Ovsicori-UNA


Estos desastres no son tan naturales

Bértold Salas Murillo / CAMPUS
bsalas@una.ac.cr




Este miércoles 14 de enero, la cifra de muertos a raíz del terremoto llegó a las 23 víctimas. Sin embargo, una parte importante de estos pudo evitarse, si se hubiera hecho un uso más responsable del suelo y las construcciones, según las disponen la ley y el sentido común.

Así lo explicó el geógrafo, arquitecto y sociólogo Manuel Argüello Rodríguez, profesor pensionado de la Universidad Nacional. El especialista se ha dedicado durante años a investigar y desmitificar los denominados “desastres naturales”, “pues estos son cualquier cosa menos naturales, se deben a intervención humana”, explicó.

Argüello sustentó la afirmación con numerosos ejemplos. Para comenzar, las actividades económicas que deforestaron la zona y restaron estabilidad al suelo: “durante décadas se dedicó a la ganadería, que significa la transformación del bosque en potreros y el deterioro del terreno”, explicó.

En los últimos años: “el crecimiento turístico llevó a la construcción de edificios para hoteles o locales comerciales a la orilla de la calle y al lado de pendientes”. Por supuesto: “son lugares con una vista preciosa, pero no puede construirse al lado de pendientes de más del 40%, y a veces se acercan al 90%, como en la soda que cayó y en la que había una decena de personas”, resumió.

También por el crecimiento poblacional y comercial, se transformaron en carreteras aquellos caminos que originalmente fueron para el paso del ganado. “Nunca hubo un ingeniero o geólogo que diseñara la ruta y verificara, si las condiciones del suelo permitían el paso de automóviles y camiones”, indicó.

Para el profesor retirado de la Escuela de Sociología, “la situación habría sido más lamentable, si el terremoto hubiera ocurrido un domingo por la mañana o durante el período lectivo”.

Esto, porque se derrumbaron iglesias y escuelas: “que uno esperaría que fueran mejor construidas, si estamos en una zona sobre una falla tectónica, en un terreno quebrado, en medio de dos volcanes y con el suelo deforestado”, razonó.

Aprender la lección



La actividad turística y agropecuaria sin tomar precauciones llevó la tragedia a la comunidad de Cinchona
Tras advertir que no desestimaba las dimensiones de la tragedia, Argüello Rodríguez señaló que los costarricenses han padecido en los últimos años fenómenos con similares consecuencias, pero han recibido una menor atención de la gente.

Menos espectacular, pero igualmente nefasto por su impacto social y económico, fue el terremoto en Parrita (6,2 grados en escala Richter), el 22 de noviembre del 2004, que también supuso muertos y edificios derrumbados. También, las inundaciones que año tras año ocurren en Sixaola y que han destruido las vidas y casas de sus pobladores.

Como en el caso del terremoto de Cinchona, Argüello Rodríguez consideró que una parte importante de las pérdidas pudieron evitarse. Asimismo, señaló que es absurdo hablar de “daño ambiental”: “los temblores son parte del ciclo de la tierra, como también la caída de un árbol viejo o una porción de montaña…, el verdadero perjuicio está en la deforestación que se ha hecho durante décadas o la explotación excesiva de los recursos”, explicó.

Con cierto pesimismo, afirmó que “parece que el Gobierno, las autoridades y el resto de los costarricenses no hemos aprendido la lección”. Sobre eso, indicó que el sector turístico de la zona presiona por reactivar las actividades cuanto antes.

Argüello dijo que numerosas comunidades carecen de planes reguladores para la construcción, y cuando lo tienen, “no siempre es respetado el uso del suelo”. Como responsables, señaló a las municipalidades.

La tragedia en Cinchona se multiplicaría por mil, si el terremoto ocurriera en zonas más pobladas, como el sur de la capital “donde no son muy distintas las condiciones en cuanto al mal uso del suelo y deficientes construcciones”.


Naturaleza también debe sanar

Las secuelas del terremoto no solo se dibujan en los rostros de los damnificados, la naturaleza fue testigo silenciosa de la tragedia y al igual que los pobladores de la zona, intentará recuperarse.


Laura Ortiz/ CAMPUS
lortiz@una.ac.cr




se fatídico 8 de enero, la tierra se estremeció; cuarenta segundos fueron suficientes para demostrar el poder de la naturaleza: grandes extensiones de terreno cedieron y se llevaron todo a su paso. Terror, destrucción, muerte.

Familias sin hogar, sueños truncados, e ilusiones rotas, fue el saldo de los 6,1 grados de magnitud que dejó el terremoto. A semanas de la tragedia, la calma parece regresar a la zona; sin embargo, la naturaleza también debe empezar a sanar sus heridas: el agua de los ríos, la cobertura vegetal y la vida silvestre fueron afectados, lo que podría traer serias consecuencias para los pobladores de esta región.

Sedimentos amenazan vida acuática

El arrastre de sedimentos cambió considerablemente la calidad físico química del agua de los ríos. “Los sedimentos afectan la capacidad de la luz de penetrar en el agua, eso hace que todos los organismos que necesiten hacer fotosíntesis en las partes profundas del río no la puedan hacer, porque no tienen luz que es su fuente de energía”, explicó Jorge Herrera, coordinador del Laboratorio de Análisis Ambiental de la Escuela de Ciencias Ambientales de la Universidad Nacional.

Herrera agregó además, que la temperatura del agua del río se modifica y eso disminuye la cantidad de oxígeno lo que hace que los organismos; por ejemplo, los peces, mueran por la falta de oxígeno.

El arrastre de sedimentos y los cambios de temperatura son situaciones naturales que se dan en el ambiente, pero no en tal magnitud. “Hay un proceso que se relaciona con el aumento en la cantidad de sólidos en el agua, muchos son suspendidos y dan ese color chocolatoso, otros sí se disuelven con mayor facilidad, pero pueden modificar las propiedades físico- químicas del río y podrían provocar que las concentraciones de algunos minerales aumenten”.

El arrastre de sólidos también debe ser evaluado en las plantas hidroeléctricas aledañas a la zona del desastre, “por su tamaño, los sólidos tienden a depositarse en el fondo del embalse, y afectar el funcionamiento de este”, comentó Herrera.

Preocupación por agua potable

De acuerdo con Herrera, este evento natural nos dejó como enseñanza que las asociaciones administradoras de acueductos locales, conocidas como ASADAS, no tienen, por diversas razones, planes de atención de emergencias.

“Las ASADAS tienen que seguir una reglamentación específica; por ejemplo la profundidad a la que tienen que instalar los tubos, pero eso no se practica en el país”.

Según Herrera, para evaluar si el agua es potable o no, se utiliza la medición de coliformes fecales, pero la prueba no discrimina entre muestras de humanos o animales. “El hecho de que el agua esté en contacto con la tierra es suficiente para que se contamine, en el momento de la emergencia se hicieron pruebas y el agua no era potable, hubo que realizar una limpieza de tuberías y purgas en las tomas de agua. El agua es un líquido indispensable, tenemos una emergencia y se tardan días en restaurar el servicio, incluso hubo un brote de diarrea, y este es el resultado de la falta de planificación”.

Otro elemento que contribuye a la emergencia, de acuerdo con las investigaciones realizadas por el Laboratorio de Análisis Ambiental, es que las tuberías deberían tener varios puntos donde se puedan abrir para eliminar los sedimentos y limpiarlos, antes de que lleguen a las casas; pero la mayoría de las que se construyen en el país son de un solo bloque y se tienen que deshabilitar por completo, para poder limpiarlas.

Cobertura vegetal también sufrió

El terreno en esa zona es arenoso, la zona es muy escarpada y los suelos de origen volcánico puedan almacenar tres o cuatro veces más agua que otros suelos, y son tan frágiles que el peso del agua puede desplomarlos. Esas alteraciones son heridas abiertas que también deben cicatrizar.

“Los suelos ahora son muy inestables, hay áreas que han quedado muy frágiles y que por el peso de la cobertura que contiene y en conjunto con la lluvia, podrían provocar nuevos deslizamientos. En condiciones normales cuando el ser humano elimina la cobertura de bosque, ya sea para actividades agrícolas o ganaderas, queda un banco de semillas, que son las que inician el proceso de sucesión una vez que se abandona el sitio; en este caso el banco de semillas se perdió o es escaso y para lograr una cubierta arbustiva de unos dos metros de alto, se requiere tres o cuatro veces más de tiempo: mientras en un bosque se pueden necesitar 10 años para contar con un bosque secundario joven, en este caso hablamos de hasta 15 o 20 años”, comentó Wilbert Jiménez, director de la Escuela de Ciencias Ambientales de la Universidad Nacional (EDECA-UNA).

Para Albert Morera, académico de la EDECA-UNA, se debe tomar en cuenta que los terrenos son muy escarpados, el suelo desapareció y no existe la capa orgánica que requieren las plantas para tomar sus nutrientes, la capacidad de recuperación es muy poca y deberá realizarse naturalmente, por medio de la lluvia de semillas de los bosques aledaños.

“La formación natural de una capa de suelo, para restituir a su vez una cubierta forestal, requiere varias décadas, y aunque ese proceso técnicamente se puede acelerar, probablemente solo sea posible hacerlo en aquellos lugares cuya inversión económica y social lo justifique, cuando se trata por ejemplo de tomas de agua, donde se requiera evitar la erosión, sedimentación o pérdida de calidad de agua para consumo humano”, explicó Jiménez.

De acuerdo con Morera, la UNA debería realizar un estudio para determinar cuáles sitios, que antes del terremoto eran zonas agrícolas o ganaderas, se les debe cambiar su uso de suelo, o los que por su inestabilidad requieren una cobertura boscosa, esto con el fin de evitar deslizamientos futuros y mejorar la conectividad del paisaje.

Si bien habrá que esperar al menos un año para iniciar las medidas de restauración, con la ayuda de técnicas especializadas, un proceso que tardaría 80 años o más, se podría alcanzar en 20 o 25 y en los primeros cinco, se controlarían las pérdidas de suelo y los deslizamientos.

Vida silvestre en peligro

Los grandes claros que se abrieron en el bosque podrían afectar la conectividad física de las especies. Así lo señala José Pablo Carvajal, académico de la EDECA-UNA y el Instituto Internacional de Manejo y Conservación de Vida Silvestre (ICOMVIS-UNA). Mapaches, pizotes, zorros, serpientes y anfibios tendrán que emigrar a nuevos sitios para buscar refugio y alimento. “El principal problema es en las zonas de fuerte pendiente, porque se rompe la conectividad, algunas especies no tienen problema en desplazarse, como las aves, murciélagos, mapaches o pizotes; pero otras como anfibios y reptiles, sí podrían quedar aisladas porque poseen menor capacidad de dispersión o requerimientos especializados de temperatura y humedad, lo que las hace más sensibles a cambios drásticos en los ecosistemas.

Deslizamientos y sedimentos podrían generar nuevas tragedias

Sin duda alguna, el paisaje ha cambiado. De acuerdo con Wilberth Jiménez, es posible que las áreas planas aguas abajo del río Sarapiquí se amplíen, ya que los materiales que arrastran los ríos se depositan en el fondo de los cauces y se tienen a expandir. “Cuando se presente la época de lluvias, algunos ríos podrían cambiar sus cursos, producir crecidas e inundaciones; de manera semejante como ha ocurrido en otros momentos con ríos de la región Caribe, como el Pacuare, Reventazón y Sixaola”.





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