Bajar el volumen a la alarma La sensación de inseguridad amerita una revisión de los valores que rigen la convivencia, apunta estudio del IDESPO Bértold Salas Murillo / CAMPUS bsalas@una.ac.cr En la Costa Rica actual, pocas afirmaciones serían tan incuestionables como la de que en nuestro país hay una atmósfera de inseguridad. Podría cuestionarse su vínculo con lo que ocurre realmente, pero no la sensación que tienen los habitantes del país. Como una manera de contribuir a la comprensión de este panorama y para brindar propuestas, el Instituto de Estudios Sociales en Población (IDESPO) presentó en abril el estudio Valores de convivencia y seguridad: una mirada ciudadana. Este aprovechaba los datos recogidos en una encuesta realizada en el 2008, que fue analizada por un equipo encabezado por el investigador Norman José Solórzano. De acuerdo con Solórzano, “frente a la constatación de que el ambiente se enerva, que hay discursos, incluso publicitarios, que contribuyen al clima de inseguridad…, ¿cuál podría ser la alternativa a esas prácticas que generan la alarma social?”, planteó. Esto es muy importante, porque esta alarma puede llevar a “tomar decisiones sesgadas”. El estudio partió de la consideración de que la convivencia —exitosa o accidentada—, se articula según modelos culturales, de convivencia y de percepciones. Por ejemplo, una cultura en la que se han roto los pactos sociales y las redes sociales, se ha desmontado el estado de bienestar y hay impunidad, genera una “cultura del miedo”. Por el contrario, otra en la que hay convivencia política, bienestar social homogéneo e institucionalidad, contribuye a una “cultura de seguridad”. Estos fueron elementos del marco teórico, que finalmente confirmó la encuesta realizada el año anterior. “El análisis reveló un estado de alarma social: violencia que no es criminalizada o que es estructural”, explicó. Además, se descubrieron dos modelos de convivencia social, que denominaron “solidario” y “competitivo”. En el primero, se privilegian valores como honradez, respeto, solidaridad y confianza. Por el contrario, en el competitivo son la búsqueda del éxito, la defensa propia, la competitividad y la búsqueda del crecimiento material. De acuerdo con Solórzano, la violencia encuentra un suelo fértil en el modelo competitivo. “Es difícil que en una sociedad que privilegie el éxito y la competitividad y donde hay ostentación de la riqueza en condiciones de desigualdad, no desarrolle formas que atenten contra la convivencia pacífica”, explicó. El estudio también realizó una tipología de las respuestas a la violencia que propone la gente. Algunas de estas revelan “una actitud intolerante y arbitraria en la sociedad costarricense, incluso a favor de prácticas como la tortura o la pena de muerte”, explicó. En este sentido, Solórzano indicó que eso es enfrentar la violencia con más violencia.

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