Moratoria sobre transgénicos divide a científicos
Un proyecto de ley que se encuentra en la Asamblea Legislativa podría crear un rezago nacional, mientras que para otros es la única vía de prevenir riesgos en ambiente, salud humana y animal.Laura Ortiz C./CAMPUS
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El fin de la ley es prevenir los posibles riesgos que esta liberación pudiera ocasionar a la salud humana, al ambiente, a la diversidad biológica o a la sanidad animal, vegetal o acuícola.
El pasado 19 de octubre la Comisión de Vicerrectores de Investigación del Consejo Nacional de Rectores (Conare) organizó un foro para la discusión académica del tema, donde participaron Federico Albertazzi, director del Centro de Investigaciones en Biología Celular y Molecular, de la Universidad de Costa Rica; Giovanni Garro, del Centro de Investigación en Biotecnología del Instituto Tecnológico de Costa Rica; Luis Sánchez, investigador del Centro de Investigaciones Apícolas Tropicales de la Universidad Nacional; Jaime García, del Centro del Educación Ambiental de la Universidad Estatal a Distancia; Donald Arguedas, director de investigaciones de la sede Guanacaste de la Universidad Técnica Nacional y Ariel Álvarez, del Centro de Investigación de Estudios Avanzados de Irapuato en México, quien impartió una charla magistral sobre la experiencia en su país.
Debate
Para Albertazzi, esta propuesta quiere basarse en el criterio de precaución. “En más de 20 años no se ha probado que los OGM causen un daño grave e irreversible. Los argumentos científicos o sociales a favor o en contra no deberían tomarse en consideración, ya que en ninguno de ellos existe una certeza absoluta y en función de costos, debe existir un análisis de mercado que valore el costo–beneficio”.
García enfatizó en que el país no cuenta con un marco nacional de bioseguridad adecuado, condiciones de infraestructura ni capacidades técnicas y científicas. “La moratoria es solo un periodo para subsanar las deficiencias, no una prohibición”.
Por su parte, Garro destacó el uso de tecnologías que han sido desarrolladas para fines científicos. “Hablamos de unos genes que han sido trasladados y ayudan en la actualidad a prevenir la hepatitis B y a tratar la diabetes”.
El proyecto excluye de la moratoria los transgénicos destinados a la investigación en espacios confinados, los de uso farmacéutico y veterinario, entre otros. “Todos los productos que uno hace quisiera validarlos en el campo, (pero) esto se está prohibiendo; hay una mala interpretación del principio precautorio”, dijo Garro.
Según Sánchez, la aprobación de la moratoria permitiría una disminución en el uso de algunos agroquímicos que se utilizan para los OGM y que afectan a las abejas, polinizadoras de la mayoría de las plantas en el neotrópico. “El uso del glifosato aumentó en los últimos años para cultivos como el maíz o el algodón transgénico. La abeja es muy sensible a los químicos, este en particular tiene un efecto en su memoria inmediata y en la probóscide, lengua especializada por el que extrae el néctar. Asimismo, los neonicotinoides, que causan problemas de comunicación y navegación en estos insectos”.
Finalmente, para Arguedas el tema ético o social no le compete a las universidades, quienes deben invertir sus esfuerzos en investigar y “tropicalizar” conocimientos.
Un caso El Centro de Investigaciones de Estudios Avanzados trabaja desde 1992 y tomando en cuenta que ese país existen más de cinco millones de hectáreas contaminadas con aluminio, iniciaron estudios en maíz que resistiera esa toxicidad; sin embargo, en 1998 México impuso una moratoria para esa y otras especies. “La incertidumbre que causó la moratoria produjo que toda la investigación en maíz se detuviera por 10 años; podíamos trabajar en áreas confinadas, pero no podíamos hacer pruebas de campo, entonces ¿para qué se investigaba? Tuvimos que empezar de cero una década después; cuando se levanta la moratoria y existe un reglamento, quienes estuvieron listas fueron las grandes industrias que ya están comercializando”, dijo Ariel Álvarez. Álvarez hace hincapié en que no están haciendo nuevos organismos. “Lo que hacemos es utilizar la misma riqueza genética de la planta para buscar un gen que la haga resistente a ciertos virus o bacterias. El productor no va a tener algo nuevo, es su misma planta pero con modificaciones que se pudieron haber dado de forma natural. Ninguna de ellas está ligada a la aplicación de un producto químico, deben de funcionar por si solas, porque el objetivo es que sean el sustento de las clases más necesitadas”. |