LA CASA POR LA VENTANA
Emigrantes
Carlos Francisco Monge |
Sin embargo, en esa misma historia han ocurrido otras formas de salir de la patria: el exilio forzado, el doloroso abandono por motivos diversos; desde las catástrofes naturales hasta los crímenes de lesa humanidad, incluidos las guerras, la persecución política, la xenofobia o el racismo. Males atroces estos de los que nos da noticia la prensa internacional, y que asoman a la vuelta de la esquina en nuestra propia región.
Si son tremendas y conmovedoras las situaciones después de un terremoto, una avalancha o un huracán, más atroces resultan las emigraciones humanas, atravesando desiertos, montañas y mares, en busca de la más básica protección física para sobrevivir, a las que se suman la desolación, la incertidumbre y la angustia por ignorar qué irá a pasar mañana.
En este instante en que leemos el periódico, es lo que está ocurriendo en la actual región de Siria, cuna si se quiere de las civilizaciones de Occidente. Un equivalente en número a los habitantes de Costa Rica se ha visto impelido a huir de sus tierras, y está mendigando asilo en países vecinos y en territorios más lejanos aún.
Es ahora cuando se pone a prueba la solidaridad humanitaria. No bastan la compasión ni la pesadumbre. Como Costa Rica en diversos momentos de su historia, los grandes y poderosos países europeos deben actuar de inmediato, ante un drama humano difícil de calificar y más todavía de remediar con justicia.