Vida silvestre en jaque
A pesar de que desde 1999 el turismo es la principal fuente de divisas del país, y gran parte de esta actividad se desarrolla alrededor de la vida silvestre, expertos de la UNA consideran que el país tiene grandes retos para su conservación; de lo contrario, estaríamos acabando con la “gallina de los huevos de oro”.Laura Ortiz C./ CAMPUS
lortiz@una.cr
Expertos de la Universidad Nacional (UNA) consideran que la falta de capacitación a guardaparques, la escasa educación ambiental y sensibilidad hacia estos recursos, la falta de regulación y ejecución de la reglamentación vigente y el inevitable desarrollo urbano podrían pasarle factura al país y acabar, poco a poco, con la “gallina de los huevos de oro”.
Para Eduardo Carrillo, director del Instituto de Conservación y Manejo de Vida Silvestre (Icomvis-UNA) e investigador, por 27 años, del estado de salud de los bosques a través de especies indicadoras como el jaguar y sus presas, “el país hizo un gran esfuerzo en los 70 con la creación de las áreas protegidas, pero después de eso las abandonamos paulatinamente. Los guardaparques no tienen la suficiente capacitación ni el equipo para trabajar, todos sabemos que hay extracción ilegal de oro en Corcovado, pero hacemos muy poco para resolver el problema; políticas nos sobran, lo que falta es ponerlas en práctica”.
Para Carrillo, uno de los grandes retos es incluir la conservación de los recursos naturales dentro de la educación del país. “Nos llamamos un país verde y yo puedo asegurar que el 90 por ciento de la población no sabe ¿por qué son importantes las áreas protegidas?, ¿de dónde viene el agua que consumimos? Estas áreas no son un adorno, son para la protección de bienes y servicios, algunos intangibles”.
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Para Grace Wong, investigadora del Icomvis-UNA, otro de los desafíos es la interacción entre la gente y la fauna silvestres. “En los parques tenemos un rótulo que dice prohibido alimentar a los animales, pero tanto los visitantes como el sector turístico desarrollan esta práctica porque con ello los atraen y se llevan la mejor foto”.
Wong considera que el sector se contradice. “Un hotelero llama al Sinac porque hay un cocodrilo cerca de la playa y ellos consideran que es una amenaza para el turista; los funcionarios remueven el animal, pero resulta que este individuo era un controlador de poblaciones de mapaches. Con el aumento de mapaches hay más personas mordidas por estos animales, que se han acostumbrado a robar comida de los visitantes, y el sector hotelero llama de nuevo porque los mapaches ponen en riesgo al turista. ¿Son los animales responsables de este comportamiento?”.
De acuerdo con la investigadora, hace falta aplicar la normativa legal, pero también es necesario educar a los visitantes para que comprendan que los animales silvestres no deben de recibir alimento de los turistas porque los afecta negativamente.
En marcha
Por otra parte, la creación de infraestructura, aunque necesaria para el desarrollo económico, tiene su impacto en la vida silvestre. Joel Sáenz, uno de los pioneros en evaluar el impacto de carreteras construidas y su ampliación, considera necesario también ver los impactos de los parques eólicos y represas, con el propósito de normar este tipo de construcciones.
“En carreteras nacionales, como la de la ruta 32, Carara o la que atraviesa el Área de Conservación Guanacaste, pueden morir entre 1.000 y 3.000 por año, lo cual es un dato conservador porque es producto de un muestreo en un tiempo específico. Las principales víctimas son anfibios y reptiles, pero en 10 años hemos podido observar jaguares y pumas”.
Según Sáenz, es necesario que el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) incluya una norma o disposición en el Manual de Carreteras para mitigar la muerte de los animales tanto en el diseño, como durante la construcción y funcionamiento de la infraestructura.
“Un estudio de impacto ambiental no es suficiente, porque es muy general. En otros países se han adoptado medidas concretas para evitar el atropello de fauna silvestre, como los pasos de fauna. Aquí funcionan algunos, que si bien no se crearon con ese propósito, sí contribuyen con este, como las alcantarillas ubicadas en las quebradas”, explicó.
Con respecto a los parques eólicos, Sáenz también propone reglamentación. “Estos parques son promovidos para generar energía limpia; sin embargo, su impacto no solo en la remoción de suelos y creación de calles para el transporte de material, sino que causa la muerte de aves y murciélagos. Esto se mitigaría con el apagado, por periodos cortos, de algunos aerogeneradores o con la aplicación de pintura en las aspas, según sea el caso”.
Sobre la construcción de represas, Sáenz afirma que sí existe una mayor conciencia del impacto que producen y por eso, en la fase previa al desmonte, se crean rutas de escape para las especies y se evacúa la mayor cantidad de animales posibles.
También es vida silvestre
Para Lilliana Piedra, investigadora de la Escuela de Ciencias Biológicas de la UNA, la conservación está más relacionada con un asunto ético y moral. “Si me limitan a acercarme a 20 metros de una ballena, quiero estar a cinco; esto no se arregla con una ley, yo coincido en que hace falta educación ambiental y una mayor sensibilización de que aquello no es un objeto, sino un ser vivo, que al igual que yo, merece respeto”.
De acuerdo con Piedra, en materia marítima existe, además, mucha inseguridad jurídica. “El SINAC maneja una parte, el Incopesca emite ciertas regulaciones, pero el control lo ejerce el Servicio Nacional de Guardacostas, y hacer de estas entidades un engranaje es complejo. Los procesos de gestión y manejo están concentrados en la parte continental, eso limita a que haya buenas iniciativas para conservar la vida silvestre marina”.
Acciones como el pésimo manejo de aguas residuales, la deforestación, técnicas de producción agrícolas poco sostenibles, sobreexplotación pesquera y el manejo inadecuado de los desechos sólidos, asfixian, según Piedra, la vida marina.
En resumen, los investigadores coinciden que el país no necesita de más leyes para conservar la vida silvestre, sino de una aplicación más efectiva; de lo contrario, uno de los principales atractivos del país estaría en riesgo. El pasado 31 de julio, el Icomvis y la Escuela de Ciencias Biológicas organizaron el Simposio “Conocimientos y experiencias sobre la vida silvestre en Costa Rica”, donde se abordó este tema.