Entrelíneas
Ojos vigías
Roberta Hernández |
Esta es una pregunta muy común en una entrevista entre los padres de familia y la directora de un kínder o guardería infantil. La preocupación por el cuido de nuestros pequeños llega al punto de vigilar a los cuidadores a través del teléfono móvil, conectado al circuito cerrado de cámaras del centro educativo o incluso en nuestra propia casa.
¿Qué es lo que tanto nos preocupa? ¿La agresión, el descuido, el maltrato, la negligencia? Pero el frío no está en las cobijas. El verdadero peligro lo viven nuestros hijos dentro de su hogar.
Este año, los casos de violencia contra menores de edad ha llegado a cifras inconcebibles. Semanalmente, el Hospital de Niños recibe aproximadamente 62 pacientes víctimas de agresión, cifra que se duplicó en un año, pues en 2014 se recibían 32 menores. El abuso físico severo azota mayoritariamente a los niños de 0 a 2 años y los abusos sexuales a las niñas en edad preescolar. La crueldad, el abandono y la violencia conviven con nuestros niños en cada barrio de nuestro país.
Un estudio de la Universidad de Costa Rica reveló que la violencia infantil es el resultado de la negligencia de los padres de familia, de sus contextos de crianza y el ejercicio de la disciplina parental. Según Max Figueroa, psiquiatra infantil, los padres con mayor riesgo de ser agresores son los adolescentes y los adultos que sufren estrés por su situación económica, sentimental o judicial, así como los que padecen de enfermedades mentales o consumo de drogas.
¿A quién hay que vigilar entonces?
El Dr. Mariano Rosabal Coto, del Instituto de Investigaciones Psicológicas de la UCR (IIP), indicó que las instituciones que protegen a los menores también pecan de negligencia y “los esfuerzos se han centrado en la protección posfacto de niños y niñas víctimas, no en la reeducación de estructuras básicas de las familias; educar contra la negligencia y otro tipo de prácticas no penalizadas, implica orientarse a la prevención”.
Es por esta razón que urge que cada uno de nosotros sea un ojo vigía, protector de esa niñez que sufre de agresión y que, si no protegemos y rescatamos, será reproductor de un modelo violento de convivencia. No podemos permitir que esos 62 niños que ingresan al Hospital Nacional de Niños semanalmente se conviertan en un adultos agresores y llenos de ira.
Todos somos parte de la solución. Atrévase a denunciar al 911. A la fecha, este sistema de auxilio recibe 134 llamadas diarias por diferentes tipos de violencia contra menores de edad.