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Mujeres asumen desarrollo costero • Turismo ecológico, maricultura y tecnología se vislumbran como alternativas para mejorar la situación socioeconómica de las zonas costeras en el Golfo de Nicoya. Laura Ortiz /CAMPUS Isabel Cruz, presidenta de la Asociación de Damas de Chira, y sus compañeras confían que su proyecto puede generar los ingresos necesarios para sus familias. La necesidad de sacar adelante a sus hijos llevó a Isabel Cruz Díaz, junto a otras mujeres, a formar la Asociación de Damas de Chira, proyecto en el cual depositan todas sus esperanzas de forjar un mejor futuro para sus familias. La asociación es una pequeña empresa dirigida al desarrollo de las actividades relacionadas con el turismo sostenible, enfatizando el uso de los recursos naturales, geográficos y culturales de la Isla de Chira. “Nosotras nos preocupábamos porque la pesca no era suficiente para sostener a nuestras familias, necesitábamos algo diferente, que generara ingresos y que nos permitiera tener a nuestros hijos cerca mientras trabajábamos”, afirmó Cruz Díaz, actual presidenta de la asociación. Gracias al esfuerzo realizado por estas mujeres y el apoyo recibido por diversas instituciones con la Escuela de Biología de la Universidad Nacional (UNA), el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), Fundecooperación y el Programa de Pequeñas Donaciones de las Naciones Unidas (PNUD, por sus siglas en inglés) esta iniciativa es hoy una realidad. “Al principio fue difícil, pero ahora podemos ofrecer a los visitantes un lugar confortable, donde le brindamos buena atención y nos preocupamos porque se sientan satisfechos para que quieran regresar”, comentó Lilliana Martínez, otra de las asociadas. La asociación construyó el albergue Amistad, con capacidad para doce personas. Desde ahí, los turistas pueden realizar recorridos en bote por las islas del Golfo de Nicoya, el santuario de las aves en Isla Paloma o atravesar los manglares. También pueden realizar caminatas por los senderos, los cuales tienen vistas panorámicas al Golfo de Nicoya y el río Tempisque. “Muchas instituciones nos han ayudado con capacitaciones en energía solar, administración de los ingresos y manejo de la flora y fauna. La tarea no es fácil porque tanto nosotras como nuestras familias estábamos acostumbradas a depender de la pesca. Ahora no podemos decir que vivimos de los ingresos de la asociación, pero hemos obtenido buenos resultados y esperamos que en el futuro nuestros hijos vivan de nuestro trabajo” puntualizó Lilliana Martínez. Además de la Asociación de Damas de Chira, otras mujeres han decidido dar respuesta a sus necesidades. En Costa de Pájaros se creó un vivero de plantas ornamentales y medicinales para cultivarlas y comercializarlas. Asimismo se construyó un mariposario y se desarrollan actividades de turismo sostenible. En la comunidad de Orocú la asociación de mujeres promueve un plan que contempla la conservación y comercialización de las iguanas y garrobos. En la zona de Morales, los grupos de mujeres se han dedicado a la extracción de pianguas y a la pesca artesanal en las zonas del manglar del Golfo de Nicoya como medio de subsistencia. Ahora también reciben capacitación para producir ostras. Esperanza para el Golfo El cultivo de ostras puede ser manejado por empresas familiares u organizaciones. De concretarse la iniciativa, se generaría empleo para los habitantes de las zonas costeras. Además de las iniciativas en turismo y conservación, la UNA promueve el desarrollo de la maricultura como una alternativa sostenible en la zona. Las investigaciones realizadas por la UNA demuestran que dentro de las diferentes opciones de maricultura, la producción de ostras a través del sistema de cultivo en balsas flotantes, podría significar un importante avance para solucionar la compleja situación socioeconómica que vive el Golfo de Nicoya. De acuerdo con el biólogo Oscar Pacheco de la Escuela de Biología de la UNA el proyecto evaluado consiste en lograr el crecimiento y engorde de la ostra japonesa hasta tamaño comercial, a partir de la obtención de la semilla producida en laboratorio. El sistema de producción puede ser desarrollado por las familias de pescadores y pobladores de la zona. "Los datos indican que un proyecto productivo de 30 balsas podría traducirse en la generación de 10 empleos (un promedio de 4 familias) y un ingreso de cerca de 78 millones de colones en cinco años de operación", argumentó Pacheco. El desarrollo de esta actividad y de la maricultura es una opción que permitiría reactivar la economía de la región. Pacheco afirma que algunos pequeños proyectos pueden implementarse sin problemas, abasteciendo una demanda nacional que en la actualidad se satisface con importación, pero su desarrollo a gran escala requiere primero ampliar la demanda interna para luego enfrentar un mercado de exportación a mediano y largo plazo. “Lo primero es realizar un estudio de mercado nacional e internacional, para esto contamos con el aval del Instituto Costarricense de Pesca y Acuicultura (INCOPESCA) y el apoyo económico de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO)”, según Pacheco. Además del estudio, se requiere de una política que favorezca un programa de crédito y extensión, apoyo logístico, económico y de asistencia técnica apropiado para que se puedan formar pequeñas empresas que se expandan conforme se amplíen los mercados.

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